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lunes, 24 de diciembre de 2018

El Madrid agranda su leyenda: Campeón del mundo por tercera vez consecutiva (4-1 )

 

Para disputar la final del Mundial de Clubes hay que recorrer un camino muy largo. París Saint Germain, Juventus, Bayern, Liverpool y, ya en Abu Dabi, Kashima y Al Ain.


Hay que rendir ante todos ellos, sufrir y pasar momentos de angustia. No tiene culpa de que no llegase River a la final soñada. Los argentinos no cumplieran en su cita. El Madrid está construido para las grandes citas. Desde el equipo de las cinco Copas, ningún conjunto ha sido capaz de dominar con tal autoridad. Cuatro Champions en cinco años ratificadas con sus correspondientes Mundialitos. No digo que alguien lo supere. Que lo iguale.
La goleada se intuyó desde el arranque, aunque costó muchos minutos asegurarla. El Madrid marcó distancias pronto como suelen hacerlo los equipos grandes, superiores. Justo a continuación de salvar un tanto en contra.
El Shahat aprovechó un despiste colectivo, un cambio de juego arriesgado, una cesión sin sentido, para plantarse solo en el área, quebrar a Ramos, eludir a Courtois y rematar al contrapié. El capitán, que sabe latín, recuperó tras ser superado y salvó sobre la línea el 0-1.
En la respuesta blanca, Modric recibió una notable dejada de Benzema, más que nada por la maniobra para asegurar la bola, y colocó un Balón de Oro junto al poste. Golazo.La ventaja antes del cuarto de hora anunciaba victoria amplia. También por el perfil de Al Ain. Como domina en su territorio, no tiene costumbre de defender con rigor y tiende a seguir al hombre. Cada pelota que pasaba del centro del campo era una invitación para que los blancos buscaran la aventura en solitario.
Además, con tres hombres descolgados en punta, la superioridad en la medular era evidente. Con Marcos Llorente barriendo cualquier escombro, Modric, Kroos y Marcelo gobernaron el duelo con comodidad.
Pudieron marcar casi todos. Lucas Vázquez al palo, Benzema en un pase atrás o Bale en un mano a mano al cuerpo del portero. Se ganó el sueldo el meta, que salvó después una volea de Modric con la nariz. Al otro lado, más allá de los escarceos de los extremos, Caio y El Shahat, el Madrid sufrió poco. Lo más incómodo era la bronca constante a Ramos, es de suponer que por lo de Salah en la final de la Champions. El central abrochó el primer tiempo con una entrada destemplada a Caio que le reportó la tarjeta amarilla.
Perdonó muchísimo el Madrid, también en el segundo tiempo. Y eso mantenía el resultado a tiro de sorpresa. La falta de gol que se padece cuando se pierde a su máximo artillero histórico, vamos. También ayudó a mantener en vilo el duelo el criterio del árbitro, que pasó por alto dos penaltis a Lucas Vázquez y Marcos Llorente. Alguno no tiene arreglo ni con VAR.
La sentencia tuvo justicia poética. El mejor futbolista blanco no sólo del torneo, sino de las últimas semanas, es Marcos Llorente. Por su rendimiento y por todo lo que corrige a los demás. En un córner rechazado por la defensa emiratí, Marcos agarró un remate seco a bote pronto que se coló silbando junto al poste. El portero ni se movió. Hizo el 2-0 y a continuación corrigió en los dos laterales. Tiene siete pulmones. No se concibe al Madrid actual sin el 18.
Con el duelo decidido, Bale se hinchó a fallar goles claros. Todo el acierto de la semifinal se perdió en el duelo decisivo. Pudo salir de Abu Dabi como máximo realizador histórico de este torneo. Se queda a uno de Cristiano. Pudo sacarle dos al menos. Y como los puntas no remataban subió Ramos, más inspirado en área enemiga que en la propia (Courtois le corrigió un error ante Caio), para cabecear el tercero y abrochar su vigésimo título. Mandó callar al público, señalándose nombre y dorsal, y corrió a abrazar a Isco.
El malagueño se quedó sin jugar. Ni un minuto. Solari sabe enviar mensajes. Ha sido jugador. Tiene una pinta feísima lo del internacional español, hasta la apendicitis el mejor del Madrid de Lopetegui. Aún hubo tiempo para dos tantos más, un buen cabezazo lejano del japonés Shiotani a la escuadra, en el tradicional despiste blanco, y el último de Nader en propia meta de Nader, desviando un centro-chut de Vinícius, marca de la casa. Un resultado amplio, corto incluso para la superioridad sideral de los blancos. Si en Europa cuesta dar respuesta al Real Madrid, fuera no resiste comparación. El mejor. Sencillamente.
fuente:  http://www.alertadigital.com/2018/12/22/el-madrid-agranda-su-leyenda-campeon-del-mundo-por-tercera-vez-consecutiva-4-1/

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