… no es como la de la mora, que con otra mora se
quita. Que dos son los problemas -a nivel personal comprobado- de las manchas
de la leche de la tabaiba, que si vas -como me sucede con frecuencia- en ese
cruzar, crestear, llanear, pasear, etc., por entre ellas al estar por todas
partes, que aún con meyba o pantalón corto, si te rozas con ella en el trasiego
de saltar, evitarlas, apartarlas, etc., como si vas con pantalón largo, siempre
e irremediablemente, son dos los problemas repito- que te causan por de pronto
y exceptuando por descontado el daño a la vista, que llegas a casa, te metes en
la ducha y allí, en la piel donde se te pegó esa mala leche, no hay jabón,
detergente o lejía que te la quite, y pasando por el dolor de arrancarte los
pelos o bello de la parte del cuerpo donde te pringó;
cabe al irresoluto
segundo caso, que manchada la ropa o pieza que alcanzara la mala hierba que nos
ocupa, despídete de ese pantalón jersey o lo que sea, porque no hay forma o
manera alguna de devolverla a su estado
anterior o primigenio. Como ven, nada bueno nos da esa planta protegida, sino
al cabildo, que en los más de 200.000 multas por ellas, a 6.000,00 € la que
menos, ¡fíjense ustedes!, si hay o no justificación (motivos) para que encima de
las manchas, y a pesar de ellas -entre otros males- está el de sostener -en
parte- a un organismo, que se mantiene -en parte- gracias a ella. Razón, por la
que tardaremos en ver llegar su desprotección, y al ritmo que cabalga, ella
campea a su anchas, por todas las islas tabaiberas (antes “Canarias”). Toda la
tierra, sol y clima para ellas, que son muy substanciosas según para quién, que
para muchos más, otros unas grandísimas desgracias, manchas apartes.
El Padre Báez.
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