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domingo, 6 de julio de 2014

Comprobación tabaibera…









… o demostración del daño de esta planta. Que vaya usted a buscar tierra, para una maceta o para plantar donde sea unas hortalizas, y salga usted al campo, con su azada y un cacharro donde traerse ese puño de tierra, que fértil, le dará el fruto apetecido o le adornará con la flor de su gusto. Y esto, siempre y cuando la tierra esté lejos del alcance pernicioso de la tabaiba, pues como el pino y otros árboles envenenadores (cardones, cipreses, eucaliptos, etc.),
 porque si coge usted tierra mala, a la sombra o cercana a una tabaiba, deje la tierra en su sitio y no plante nada (y ello, al margen del daño que le pueda ocasionar a la tabaiba), a no ser que usted quiera ver su propio fracaso o su gozo en un pozo, pues tierra mala, no puede cosechar nada bueno, y si la tabaiba la envenenó, nada bueno dará su maceta, surco o botella (donde modernamente, la gente planta algo que comer o echarse a la boca), y ello porque usted no fue precavido y se alejó -cosa cada vez más difícil, al estar todo lleno de tabaibas por todas partes-, y así la cosa: ¿a dónde ir a por tierra buena? Pues ahí tiene un ejemplo de las “bondades” de esta planta, que no permite la tierra que ella ha usado, sirva para algo; es decir, para nada, porque la envenena. Y, si a duras penas, algo pudiera cosechar, aunque sea en su mínima expresión, le aconsejo, no se lo lleve a la boca, porque ese veneno tabaiberil, a través de la fruta u hortaliza, va a parar a su estómago, y desde el mismo, espere lo peor…, así que: el que avisa, no es traidor. Pero le dio a usted por las flores, pues tenga cuidado al inhalar el perfume de la misma, bien pudiera salirle la leche envenenadora, si bien en dosis rebajada, pero peligrosa al fin. 


El Padre Báez.

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