David estaba en el café Comptoir Voltaire de París y en medio del caos se puso a intentar ayudar a los heridos. Cuando se acercó a uno de ellos descubrió que era un terrorista suicida cuando abrió su camisa para reanimarlo y se encontró su torso rodeado de explosivos.
"Había alambres, uno blanco, uno negro, uno rojo y uno naranja. Cuatro colores diferentes", dijo a Reuters en una entrevista. "Entonces supe que era un suicida con una bomba", recuerda. El hombre al que David intentaba resucitar era Brahim Abdeslam, uno de los involucrados en la serie de ataques en bares, restaurantes, un estadio de fútbol y una sala de conciertos que dejaron 130 muertos.
La policía le dijo a David que la bomba de Abdeslam no había estallado totalmente. Después de hacerle una reanimación que no logró salvar al terrorista, David cayó en la cuenta de que había utilizado "un proceso que requiere de mucha fuerza" para reanimarlo. "Sólo por hacer eso yo también podría haber muerto", reflexiona.
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