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martes, 26 de junio de 2018

Matthias Kirschnereit debuta con la OFGC tocando el Concierto para piano nº 20 de Mozart con dirección de Günther Herbig



Ravel, Mozart y Schumann, con la Orquesta Filarmónica, en el Auditorio Alfredo Kraus
José Antonio Cabrera. ASSOPRESS

La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) ofrecerá el viernes 29 de junio su decimoséptimo concierto de la temporada de abono 2017-2018, un programa compuesto por obras de Ravel, Mozart y Schumann bajo la dirección de Günther Herbig, su principal director invitado.
En este nuevo programa de la temporada del conjunto sinfónico del Cabildo de Gran Canaria tendrá lugar el debut de Matthias Kirschnereit, uno de los más señalados intérpretes del piano en Alemania y  ganador de un premio ECHO-Classic. Kirschnereit es un artista heredero de una tradición que, a través de figuras de su país como Kretschmar-Fischer, Conrad Hansen, Edwin Fischer y Martin Krause, nos lleva directamente a Franz Liszt.

El concierto de la OFGC, como señala José Luis García del Busto en las notas al programa, está compuesto por “una obra orquestal de configuración formal libre (del siglo XX), un concierto para instrumento solista y orquesta (del XVIII) y una sinfonía (del XIX)”, lo que nos permite “observar la evolución experimentada por la música europea durante tres etapas claves de su desarrollo: el Clasicismo, el Romanticismo y el Impresionismo”.

El clima de sensualidad y misterio que evoca Maurice Ravel en su Rapsodia Española de 1908, con su magistral amalgama de ritmos, timbres y armonías, sirve de contrapunto al tono oscuro y amenzador que preludia al Concierto para piano nº 20 de Wolfgang Amadeus Mozart (1785), pieza muy alejada del aura optimista y despreocupada que el genio salzburgués había convertido en divisa de sus conciertos vieneses hasta aquel momento. Lejos de las convenciones galantes, Mozart da un importante salto conceptual en esta página protorromántica y de fuerte carga dramática, que, comprensiblemente, fue objeto de auténtica veneración por parte de Beethoven, quien escribió para él sendas cadenzas.

Günther Herbig culmina la velada con una de las piezas emblemáticas del sinfonismo romántico, la Sinfonía nº 1 “Primavera” de Robert Schumann, partitura de inspiración poética en la que el compositor alemán, sin separarse sustancialmente de la estructura formal heredada de Beethoven, deja oír ya una voz personal e inconfundible.
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