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domingo, 27 de abril de 2014

Tabaibas y ciencia…









… algún día, algunos seguirán mis huellas tabaibaleras. ¡Ya lo verán! Hoy, un adelanto de lo que en su día dirán (mientras -cobardes- andan callados, enmudecidos, sin decir ni mú): el stock de tabaibas, que campean a sus anchas por todas las islas, cubriendo toda la superficie archipielágica, invadiendo terrenos sin freno, es algo que tiene ya una implicación en la población con balance negativo. Ya debiera pronunciarse al respecto la revista Nature Communications, con sendos artículos de investigadores de nuestras dos universidades, si dejaran de andar de Carnaval y atacando a la Iglesia y lavando el cerebro a los “universitarios”.

 Hasta hace unos años, el número de tabaibas ya se contaban por millones de ejemplares; al presente, hacerlo en billones, es reducir su número de forma fraudulenta, dado que se nos escapan las posibilidades de enumerarlas o contarlas, dado que es tarea absurda por imposible. Ellas (las tabaibas), van a impedir que se produzca y pervivan otras especies, dado que invasoras, no van a dejar un palmo de tierra si su maléfica presencia. Esta masiva, total y exclusiva proliferación de tabaibas, sin que de ellas ninguna comercialización se siga -salvo las multas que el cabildo pone a costa de ellas (¡de muy alta rentabilidad!)-, y siendo la única plantación, que no necesita reforestación, y que de ella no se sigue alimentación alguna, sino que envenena la tierra que coloniza, veneno que alcanza a la población ya sea autóctona o foránea, con mayor influencia en los residentes.
 Y es que tan elevadísimo como exagerado número de plantas, esto supone un daño y merma en la salud, al consumir el CO2,  que necesitamos los humanos y cada vez es más escaso, sin que ningún biólogo se haya pronunciado aún al respecto, entre otros muchos males que ocasiona la dichosa planta, que supone la mayor expansión  que jamás hayamos tenido, por irracional e ilógica y por intereses cabildicios, que no ven otras razones sino el dinero por multas que ponen por afección a las mismas, y que esteriliza las tierras y devoran todo material orgánico que alcance sus maléficas raíces, y que andan a tan alta velocidad, que en breve solo habrá tabaibas en las islas, sin que se las desproteja, para poder defendernos de sus muchos males -por aparecer todavía-, y que aquí quedan señalados de forma breve y concisa solo algunos, para no alarmar a la población.


El Padre Báez.

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