Paula, la única hermana del fallecido: “Con su muerte he perdido la mitad de mi vida…mis brazos”.
El cuerpo del Teniente Sebastián Ruíz descansará en su pueblo, Chiclana.
http://www.marisolayala.com/
Elena Galván es la madre del teniente Sebastián Ruíz Galván, 29 años, uno de los cuatro militares fallecidos en el accidente de helicóptero que hace un mes, el 19 de marzo, se precipitó al mar en Fuerteventura en la zona de Jandía. El cuerpo de Sebastián “Sebas”, hijo de Elena, fue hallado en la madrugada de hoy junto al de sus tres compañeros, el capitán Daniel Pena, la teniente Carmen Ortega y el sargento Carlos Caramanzana. Amargo Domingo de Resurrección.
Su madre ha querido contar para este blog cómo era su hijo, cómo amaba su trabajo, el dolor punzante y eterno que supone la pérdida de un hijo. “La mijita de esperanza que teníamos de recuperarlo con vida se desvanecía poco a poco pero teníamos que agarrarnos a ella, no podíamos vivir de otra manera”. Una intemporal llamada de teléfono de hoy cuando hacía cinco o seis horas que se difundía la noticia del fatal hallazgo, desembocó en una dura y larga conversación en la que tanto Elena con su única hija, Paula, hablaron a corazón abierto de su hijo, de su hermano, del accidente, de dolor: “Mire, Sebas siempre quiso volar, siempre.
Elena y su exmarido Sebastián Ruiz han tenido dos hijos, uno, el infortunado Sebastián de 29 años y una chica, Paula, de 25. Dos hermanos que tenían una unión muy fuerte: “Mucho, mucho, mucho… Era más que un hermano. Yo con su muerte he perdido una mano, parte de mi vida, la mitad de mí. No sé cómo voy a vivír sin él, no… tan guapo, tan lleno de vida, tan pendiente de nosotros, tan…si tuviera que definir con una palabra el mes que hemos vivido desde que se produjo el accidente es “desesperación”, esa define a la perfección”.
Las voces se quiebran cuando los testimonios y los recuerdos sacan a pasear todo el dolor de estas dos mujeres. Hubo que hacer un alto en la charla porque fue complicada para las tres: “Mire”, dice, con voz nasal, “en estos momentos ya sé que el cuerpo de mi niño está allá abajo, en el mar, pero es un dolor que asumo con orgullo. Digo orgullo porque sé cómo trabajaban él y sus compañeros para salvar vidas ajenas y no exento de dolor”.
fuente : http://www.marisolayala.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario