Director: Juan Carlos Melian Naranjo. contacto: teldehabla@gmail.com

jueves, 31 de octubre de 2013

Silencio en el campo:




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     ya no se oye nada en el campo: está muerto
-        ya la esposa no llama al marido que cuida de la tierra venga a almorzar
-        ya no se oyen las cencerras de las ovejas y cabras
-        ya no croan las ranas
-        ya no se escucha el graznido de los cuervos
-        ya no se oyen a los pájaros canarios, ni a los otros
-        ya no rebuzna el burro
-        ya no relincha el caballo
-        ya no muge la vaca
-        ya no gruñe el cerdo
-        ya no cacarean las gallinas
-        ya nadie silva en el campo
-        ya nadie canta al sembrar
-        ya nadie canta la tabla de multiplicar
-        ya nadie canta en al trilla
-        ya nadie canta segando
-        ya nadie canta pastoreando
-        ya nadie canta
-        ya no se oye hablar gritando al que está lejos en al faena
-        ya nadie canta arando
-        ya no se escucha al hacha cortando leña
-        ya nadie canta en la trilla
-        ya no se oye el crepitar del fuego en el fogal
-        ya no se escucha, ni siquiera al viento
-        ya no se oye el canto del agua en el riego, por las acequias
-        ya las madres no cantan el arrorró mi niño chiquito
-        ya no cantan las mujeres en el lavadero
-        ya no se oyen los grillos, ni la cigarra
-        ya no se escuchan conversaciones del tiempo, ni criticando al vecino
-        ya no se oye rezar de tarde / noche en el patio
-        ya no se cantan serenatas
-        ya nadie canta por los caminos
-        ya nadie canta en sus casas
-        ya no se oyen el murmullo de nada
-        ya ni se escucha el silencio
-        ya no se oyen a los niños jugar
-        ya no se oye ni estornudar
-        ya no se escucha la radio de lejos
-        ya no se oye el paso de nadie
-        ya no se oye cantar: “¡fuego, fuego...!
-        ya no se oye el renguear de los camiones
-        ya no se escuchan los motores de los pozos
-        ya nadie hace ruido en las escuelas vacías de los pueblos y aldeas
-        ya no se escuchan ni las campanas a muerto
-        ya no se oye y goza la Misa como antes
-        ya no se oye a nadie por las calles
-        ya nadie habla y hace cuentos en las guaguas
-        ya nadie dice nada
-        ya no se oyen canciones mejicanas
-        ya no se oye el goteo del agua
-        ya no se escucha la Palabra
-        ya no se oyen las bocinas de los barcos
-        ya no se escucha el coger las hojas de las cañas
-        ya no se oyen pasos de nadie
-        ya nadie pide agua por las casas para beber de camino
-        ya nadie pide un plato de comida a pesar del hambre
-        ya nadie escucha a nadie
-        ya –creo- ni se escuchan a sí mismos nadie
-        ya no se oye ni a la propia conciencia
-        ya no se escucha sino gritar, como locos: “¡gol, gol, goooooool...!”
-        ya no se atiende a la voz de la experiencia, la de los abuelos
-        ya las madres no riñen a su único hijo, ni lo enseña
-        ya ni se discute, para luego la reconciliación
-        ya es desesperante y ensordecedor el silencio reinante
-        ya con tener dos oídos, no se oye nada, a nadie, ni a sí mismo
-        ya ningún ruido de nada, de nadie, por ningún lado
-        ya los baifitos y corderos no balan
-        ya no se oyen tractores arando la tierra
-        ya no se escucha ninguna sierra cortando ramas a los árboles
-        ya no se escucha el trote de ninguna yegua
-        ya no se oye golpear la ropa en la lavadera
-        ya no se oye al afilador gallego cada año por esas fechas
-        ya no se escucha a nadie recitar romances, poesías, oraciones añejas
-        y no se oye a nadie rompiendo piedras
-        ya no se oyen a las madres llamar a sus hijos que juegan
-        ya no se escucha a nadie tocar para nada a las puertas
-        ya no se oyen los timbres de las casas
-        ya nadie escucha al anciano y al enfermo solo
-        ya no se escucha el parte, como antes
-        ya no se oye pregonar pescado fresco de Agaete o de san Cristóbal ya no se escucha ni oye barrer
-        ya no se ve a nadie en un cruce de camino hablando con alguien
-        ya no se escucha ensañar a las madres oraciones a sus hijos pequeños
-        ya no se oyen las halabas del molino
-        ya no se oyen los viejos relojes marcar las horas
-        ya no se oye periquito alguno o al loro
-        ya no se oyen las bocinas de las motos, coches y camiones
-        ya no se escuchan los sermones de la novena, quinario o trío
-        ya no se oye al cartero, ni al panadero, ni al cochinero de Ingenio
-        ya no se escucha u oye barrer
-        ya no se escucha lavar y destiñar los calderos y platos
-        ya no se oye el maullar de los gatos
-        ya no se oye martillear un clavo
-        ya no se escucha la explosión de un barreno (no se canta la dinamita)
-        ya no escucha el hijo al padre sino éste al hijo, que es el que manda
-        ya no se oye el timbre de una bicicleta
-        ya ni se oye ni el ruido o vuelo de una mosca
-        ya no se oye llorar a un niño
-        ya no se oyen cuentos de brujas
-        ya no se escuchan mentiras de los cazadores
-        ya no se oye el paso de nadie
-        ya no se habla de política
-        ya no se oye, ni escucha...
-        ya, solo, se oyen ladrar, a los perros.

El Padre Báez.



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