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sábado, 14 de diciembre de 2013

El miedo y el descrédito de las autoridades, caldo de cultivo para los bulos










El temporal de esta semana puso de manifiesto que los rumores y la creación de bulos sigue tan vigente como siempre, sólo que ahora encuentra en las nuevas tecnologías la pólvora que necesitaban para expandirse a la velocidad del rayo, sobre todo en este caso en el que a la creación de bulos por interés o diversión se sumó la posible gravedad de la situación, la ambigüedad de los mensajes y el descrédito hacia las autoridades, caldo de cultivo que hizo que parte de la población creyera más en los mensajes que le llegaban por Facebook o Whatsapp, que lo que oían en los medios convencionales y fiables.

Según explicó el psicólogo Marcos Rivero, especialista en conductas en las redes sociales, a ello se sumó que Facebook, Twitter y Whatsapp son medios activos, en los que los internatuas pueden interactuar, lo que no pasa con los medios convencionales, y además tienen como añadido una connotación de libertad, de vía imparable, lo que en casos de restricción de las libertades como sucedió en los países árabes es altamente beneficioso, pero en este caso fue una libertad mal entendida.

A ello contribuyó también el hecho de que parte de los mensajes que se difundieron este miércoles, tanto el que hablaba de que la luz se iba a cortar a las cinco de la tarde, como el relativo a que se esperaba que el temporal se convirtiera en huracán, advertían de que las autoridades estaban escondiendo esta información para no alarmar a la población, y dado el descrédito que ha originado la crisis y la corrupción, la población optaba por creerlo.

Eso en el caso de que se iba a convertir en huracán, pero en el bulo del corte de luz, pocas personas fueron capaces de acudir a la fuente, pues internet contiene información de todo tipo, fiable y no fiable, lo que hay que hacer es acudir a la fuente, en este caso el 112 o Unelco-Endesa, pero casi nadie lo hizo.

En cuanto al origen de los mensajes, en ocasiones son lanzados por piratas que buscan un rédito, pero también, el más probable en este caso, por puro aburrimiento o diversión, y porque tampoco se tiene en cuenta que al saltar del Whatsapp al boca a boca va a cobrar credibilidad, quien los origina no mide las consecuencias.

Otras veces se inicia el bulo casi sin querer, una persona teme que corten la luz, o cree que en estos casos lo mejor es cortarla, la persona que la oye entiende que se va a cortar, lo comunica a algún allegado y comienza la bola de nieve, igual que en el juego de la frase que se cuenta de persona a persona para comprobar cómo se distorsiona al llegar al final, sólo que con el poder de la velocidad que otorgan las nuevas tecnologías.

Pero todo ello tiene como valor añadido la creencia de que Facebook y Twitter “nos vienen a liberar, hay una conspiración, nos están engañando, pero gracias a las redes sociales no se conseguirá”. Las redes sociales son “fantásticas”, pero, como todo en extremo, puede generar problemas y tampoco hay que idealizar las redes, “parece que por Facebook te vas a enterar de todo, pero no es así, hay que tener en cuenta que hay todo tipo de personas y todo tipo de intereses”.

Una de las grandes circunstancias que afectan a la conducta del internauta es el anonimato, lo que le permite ser otra persona y en ocasiones hasta desarrollar sus frustraciones, lo que junto a la necesidad general de sentirse incluido, pertenecer a grupos, participar y ser importante, produce mensajes y creencias erróneas.

En definitiva, concluyó el psicólogo, el origen de los bulos no difiere del tradicional origen de los rumores, la ambigüedad de la situación, generación del miedo, la importancia de la situación y una alerta que puede ser importante, producen una cadena de mensajes que cobran crédito, lo que ha cambiado es que ahora se generan a través de un teclado y la velocidad que toma: “ha cambiado el ritmo, pero el sistema es el mismo”.

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