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lunes, 4 de mayo de 2020
La crisis de las toallitas húmedas
Julio Barea Luchena
La actual situación de confinamiento por causa del coronavirus ha provocado un trastorno total de nuestras vidas. Y también nos ha traído circunstancias curiosas. En el ámbito del consumo, por ejemplo, la compra de toallitas húmedas ha aumentado un 50%. Esas mismas toallitas que desde su aparición en el mercado han venido taponando desagües, alcantarillado y sistemas de depuración de nuestros pueblos y ciudades. Los costes económicos para eliminarlas de los sistemas de evacuación y depuración alcanzan, solo en Europa, los 1.000 millones de euros anuales.
Algunos gestores de aguas, como en la ciudad de Cádiz, ya han dado la voz de alarma ante el aumento de las incidencias y retirada de estas toallitas (15% más que antes del estado de alarma) de la red de saneamiento, desde el inicio de la crisis de la COVID-19. Los gestores temen que esto pueda ser la punta del iceberg de un problema que se está generando en estos momentos en todas las redes de evacuación de aguas residuales del país. Y llegado el momento, bien por atasco, averías, colapso o avenidas de agua pluviales, puede generar dificultades muy importantes en el sostenimiento del sistema de saneamiento de las aguas residuales de nuestras ciudades. Incluso provocar un problema de salud pública de primer orden al impedir la correcta gestión de esas aguas residuales.
Las toallitas húmedas son un invento reciente, uno más de la moda del usar y tirar, y son totalmente prescindibles (usando papel higiénico o agua, por ejemplo). Además, no son biodegradables, aunque se anuncien como tal, ya que están fabricadas con microplásticos y, algunas, con microfibras de celulosa. Contienen, por lo tanto, fibras sintéticas y sustancias que impregnan el tejido como son conservantes, surfactantes e hidratantes, empleadas para inhibir la acción de las bacterias responsables de la descomposición de estos materiales.
Las toallitas y otros elementos plásticos arrojados indebidamente a la red de saneamiento (como bastoncillos, preservativos, compresas, etc.), además de producir atascos, se van desintegrando en micropartículas plásticas (microplásticos) y terminan directamente en nuestros cauces, ríos y mares. Allí, las fibras plásticas de estas toallitas pueden tardar más de 100 años en degradarse en fragmentos aún más pequeños.
Estos microplásticos causan graves daños a la fauna marina. Actualmente unas 700 especies de organismos marinos se ven afectados por contaminación plástica. Cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de todos los plásticos que llegan al mar, entre ellos los cada vez más abundantes restos de toallitas.
Por ello, y debido a los graves daños ambientales y en infraestructuras de saneamiento que causan las toallitas húmedas, desde Greenpeace pedimos que se dejen de utilizar y comercializar. Y que en ningún caso se arrojen por el desagüe.
fuente: https://es.greenpeace.org/es/noticias/la-crisis-de-las-toallitas-humedas/
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