Mary Almenara.
La actividad de la cestería tuvo su época de oro unos años atrás. Fue imprescindible,
tanto en la agricultura como para el ama de casa, quien hizo mucho y variado
uso del trabajo de esta actividad.
Los cesteros utilizaban diferentes materiales con los que elaboraban los utensilios
según la necesidad que iban a cubrir, la variedad iba desde el junco a las
hojas del drago, pasando por la caña y las hojas de la palmera. Todo dependía del
uso al que fuera destinado.
El cestero las hacia según las necesidades así, las futuras mamás, las
encargaban con forma de caja para guardar en ellas las ropas del recién nacido,
otras tenían forma de bandeja donde se colocaba la ropa recién planchada o las
más grandes con tapa para poner la ropa sucia.
La cestería tuvo mucha relevancia en la agricultura por la duración del artículo
y diversidad de usos que se le daban. Aquí prevalecía el junco o el tronco de
la palma después de prepararlo debidamente. Con este material hacían las cestas
pedreras donde se transportaban las piedras del barranco que luego eran usadas
en la fabricación de viviendas o muros de contención.
También se hacían los cerones que se colocaban a los burros para acarrear el estierco o, como en el municipio
de Ingenio, donde transportaban los cochinos para la posterior venta.
Los productos son muchos y variados, a los ya enumerados se puede añadir
que también se hacían forros para los garrafones, sobre todo de vino, y
botellas. Estos forros protegían el vidrio a la hora de transportarlos dentro
del ámbito rural y doméstico.
Desgraciadamente ya quedan pocas personas dedicadas a la cestería pues el
abandono de la agricultura ha hecho que este oficio se pueda dar por perdido.

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