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lunes, 22 de junio de 2015

He estado una hora con los visitantes del Arctic Sunrise, y sus reacciones son increíbles



“Quillo, ¿y qué hay que hacer para montarse aquí?” Esta es la pregunta más repetida al finalizar la visita del Arctic Sunrise, atracado hoy y mañana en el muelle de las Delicias de Sevilla. La siguiente, cómo hacerse socio de Greenpeace para que el Arctic, el Esperanza y el Rainbow Warrior, nuestros tres barcos, puedan seguir navegando y protegiendo nuestros océanos. ¡Porque #ElMedioAmbienteImporta!
La respuesta me vino a voces. “¡¡¡YA SOY SOCIO!!!” gritaba un chiquillo desde el muelle. Corro a darle las gracias y a preguntarle qué le había gustado más del barco. “La parte esa de ahí... esa donde se paran los helicópteros”, responde. “Por la historia del abordaje ruso”, aclara su madre. Se refería, obviamente, a la historia de los Arctic30: los 30 tripulantes del barco que en 2013 pasaron dos meses de prisión en Rusia tras una protesta pacífica en una plataforma petrolífera en el Ártico. “¿Y has visto la patada en la puerta?” Ante la negativa del chico, corremos a que pueda ver una de las señales de abordaje: cuando las pesadas botas de los militares rusos hicieron un agujero en la puerta del operador de radio, que estaba intentando transmitir el abordaje desde su cabina.

Y es que hay que ver la cantidad de historias que ha vivido el Arctic Sunrise. En sus paredes encontramos multitud de inscripciones antiquísimas (¡incluso de los 90!), muchas talladas en madera, con señales de agradecimiento o bienvenida de innumerables partes del mundo. Y una muy especial para mí: la colección de tarjetas de agradecimiento que nos traía un incesante repicoteo de lanzaroteños y lanzaroteñas tras el asalto de la Armada. Fue en noviembre del año pasado, cuando protestamos contra las prospecciones petrolíferas del Gobierno en Canarias.
“Esa es una de las historias que más le gusta a la gente”, me dice uno de los guías. Es del magnífico grupo de voluntariado de Sevilla, que se encarga de las visitas. “Y de las partes de barco, ¿cuál es la que más le gusta a la gente?” le pregunto. “Hombre, lo que más gusta a chicos y grandes es el puente de mando, sin duda.” Subo presto ahí, y me encuentro a un grupo de visitantes con ojos como platos. “Quillo, pero si esto parece una nave espacial, hay que ver qué cantidad de botoncitos y pantallitas”, exclama una señora. Charlando con ella me confiesa que le hubiese gustado subir al “nido de cuervo”, porque se parece al “mástil ese de los barcos antiguos donde se suben los marineros a gritar '¡Tierra a la vista!”. “A mi es que me gustan mucho las películas históricas, ¿sabes?” me aclara.
Les acompaño hasta la salida en amena conversación. “Oiga,” le digo a un señor visiblemente emocionado, “¿y usted no se quiere hacer socio de Greenpeace?”, “¡Illo, pero si yo ya me uní en 1989!” me responde.
Gracias, señor sevillano. Es gracias a personas como usted que el sueño de muchos va a poder hacerse realidad, y nuestros barcos, junto al trabajo de tantas otras personas y colectivos, van a poder traer el futuro verde y en paz que anhelamos.

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