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jueves, 29 de agosto de 2013

Negocio a costa del campo:



Con las pasarelas que son las romerías (o ronerías) ya se comienza a conocer las tendencias que marca la moda campesina, tanto femenina como masculina, rebuscando en el baúl de los recuerdos, para copiar a las abuelas (las hembras) y a los abuelos (los varones). Curioso, que a pesar de la crisis, el comercio de ropas típicas, aunque las hagan en China, prevalece, y no se ve un vaquero, sino chalecos, grises, y rosarios al cuello. Más bien con poca imaginación, lo de llevar el vaso colgado al pecho, y otras contradicciones. Lo que está claro, es que no se resiente la moda campesina, que contrariamente a la realidad, cuanto menos campesinos, más disfrazados de ellos. No sé si el subconsciente está diciendo algo, pero psiquiatras hay que deben saberlo. Cierto que la modernidad, pone sus detalles, pero permanece el esquema rancio de un ayer en el vestir, que ya hasta cansa por repetido y por no representar sino un pasado lejano ya en el tiempo. 
Pero, pasemos a ver el desfile, haga fío o calor, sea de día o de noche, que se presentan con la carroza, con timple sonando y desganatillándose con voces al aire, repetidas miles de veces y sin ninguna gracia. Y así el boyero –si es que queda alguno- como el ministro, presidentes y consejeros, alcaldes y asesores, todos con el traje de los que ellos han desparecido, y casi han acabado. Así que ya ruedan las tendencias primavera-verano del presente año 2013, en curso. Así que, la moda campesina, no está en crisis, sino que sigue en alza, y así lo vemos en toda las ferias o fiestas, con patrón al fondo y excluido; que van a otra cosa. No faltan los complementos: mantilla, faja, sombrero, etc., todos exhibiendo en el pase, el pantalón a rayas, y las faldas rastreras. Todos muestran la sastrería más cutre que en el panorama de la moda haya; pero, es lo que hay: más de lo mismo. No falta ya el amarillo, que se pone de moda y abre camino a pesar de la mala fama de mala suerte. El escenario es: toda la isla, ya sea en calles centrales, como a orillas de barrancos, por carreteras y caminos mezclado todo con el folklore más tradicional y repetido, cual si fuera una primicia. En definitiva, prevalece lo campesino en el atuendo, y todo esto, tiene su aspecto comercial, que reinterpretan lo clásico y la tradición. En cuanto al color –por lo dicho- prevalece el oscuro, el negro y el gris. Por supuesto que no aparecen los estampados, sino los colores lisos, sin más.


El Padre Báez.

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