El histórico Gramadoelas de Johannesburgo, el primer gran restaurante que desafió al apartheid permitiendo la entrada a clientes negros, ha servido por última vez su célebre bufé "pan-sudafricano" y ha echado el cierre.
Su apuesta contra la segregación racial llegó casi por casualidad, después de que el Gobierno sudafricano del régimen no contestara al teléfono para autorizar la reserva de un grupo de políticos estadounidenses que incluía a negros.
Los propietarios se aventuraron a servir esa comanda, y la falta de respuesta oficial del régimen racista de Sudáfrica a su transgresión les dio confianza para permitir la entrada a cualquier raza.
"Si de manera excepcional queríamos servir a gente negra o mulata debíamos llamar a Pretoria para pedir permiso", rememora a Efe Eduan Naudé, dueño y fundador del establecimiento, que cerró el pasado julio tras más de cuatro décadas con los fogones encendidos.
"La policía no intervino y a partir de aquel día abrimos las puertas a todos. Creo que fuimos los primeros", cuenta el hostelero.
Pero el Gramadoelas, que ha dado comer a personalidades como la reina Isabel II de Inglaterra o el expresidente sudafricano Nelson Mandela, también es famoso por el citado bufé "pan-sudafricano", que abarca todas las tradiciones culinarias que conviven en el país.
Esta singularidad, junto a una evocadora decoración de época, lo convirtió a lo largo de su dilatada trayectoria en uno de los restaurantes que mejor refleja la diversidad de Sudáfrica.
"Hemos sido los primeros en ofrecer todas las cocinas sudafricanas", dice con satisfacción Naudé, quien, pese a sus 82 años, lamenta tener que echar el cierre de su restaurante.
La vida de este mítico local se apaga al expirar la concesión del espacio que ocupa en el famoso Market Theatre, en el centro de Johannesburgo.
Fundado en 1967 en el barrio de Hillbrow, Gramadoelas -que significa "lugar remoto" en lengua afrikaans- ha cumplido con creces su objetivo, y ha acogido a sudafricanos de todas las razas, a turistas y a celebridades como las actrices Charlize Theron y Catherine Deneuve.
De todas las ilustres visitas, Naudé recuerda especialmente la de Mandela en 1994, antes de su toma de posesión como primer presidente negro de Sudáfrica. "Vino a un acto multitudinario con Hillary Clinton en el teatro, en el que nosotros servíamos la comida", explica.
"Recuerdo que, pese a no estar previsto que comiera aquí, entró en el restaurante, hizo llamar a todo el personal, se presentó y les felicitó y les dio las gracias por la buena comida que le habían dado en sus anteriores visitas".
La compleja historia del país se refleja en sus 46 años de historia y en sus paredes, donde conviven cuadros del pionero holandés en Sudáfrica Jan Van Riebeeck con utensilios culinarios de madera típicos de los pueblos africanos.
La caída del telón del Gramadoelas deja huérfanos a los habituales de las funciones del Market Theatre, que amenizaban la espera degustando algunas de sus especialidades.
Como el "pescado en escabeche del Cabo", especiado con productos asiáticos que los esclavos malasios traídos por los primeros colonos procedentes de Holanda -de los que desciende el propio Naudé- introdujeron en las cocinas de sus amos.
Este tipo de platos mestizos era quizá lo más emblemático de la oferta del restaurante, que también cocinaba la muy afrikáner salchichaboerewors, pollo al curry indio o platos negros como el mohodu (tripas).
El final de Gramadoelas llega también acompañado de una tragedia.
Brian Shalkoff murió este mes de julio, tras recibir una brutal paliza durante un asalto a la casa que compartía con Naudé en el centro de Johannesburgo.
Durante una de las últimas noches de servicio en el restaurante, Eduan Naudé recibió pésames y emotivas despedidas de los fieles clientes que conserva desde hace décadas.
El anfitrión respondió a todos con exquisita educación, sin esconder su tristeza por el cierre y por lo que llama "el desastre de Brian".
Tampoco oculta su orgullo por todo lo que consiguieron juntos con el Gramadoelas, cuya vasta colección de muebles, cubertería y objetos decorativos antiguos fue subastada esta semana en el mismo local.
Atrás quedan más de cuatro décadas de historia gastronómica sudafricana, el recuerdo imborrable de miles de clientes que degustaron sus manjares y la inevitable pena de Eduan Naudé.
"Siento mucho que el teatro necesite este espacio -confiesa el veterano restaurador-, porque me habría gustado continuar unos años más...".
fuente :http://internacional.elpais.com
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