ARTÍCULO DE OPINIÓN
A este “maúro” de Telde, viejo lobo de mar retirado, le resulta cada vez más triste y estresante que, al levantarse por las mañanas, lo primero que lea en las noticias, o vea en los informativos de TV, es que ha estallado en España, otro caso de unos políticos o grupos de políticos supuestamente relacionados con actividades corruptas.
Pero si triste es esto, no lo es menos el que, posiblemente debido a que se están dando casos a diario, nos estemos acostumbrando y aceptándolo la situación actual como enfermada crónica, sin apenas notar que esta clase de noticias y hechos nos están destruyendo como personas, a nuestra dignidad como pueblo y muy especialmente, a los jóvenes y niños, que desde que nacieron no han escuchado otra cosas, que casos de corrupción política, hasta tal extremo que, ya creen a ciencia ciertas, que el noble desarrollo del ejercicio político, equivale a estar dispuesto a corromperte, o al menos a aceptar la corrupción como parte inseparable del mismo cargo político.
Escuché decir el otro día a un joven que “tal político”, no era corrupto, sino “listo”, porque lo que no rababa él que, había sido elegido por el pueblo para ocupar y desempeñar un cargo político, lo harían otros, sin necesidad de tener que pasar por las urnas en unas elecciones democráticas, pero lo peor fue cuando compruebo que al decir “democráticas” no se le lleno la boca de jabón, para podérsela lavar.
Si amigos, muy tristes es el que estemos ya a esos niveles de aceptación de la corrupción como un “mal crónico” a soportar y lo que es mucho peor, a seguir callados sin más.
¿Pero saben lo que les digo?... Que en ese “prado” no me verán pastar jamás a mí, aunque tenga que morir de hambre, porque la hierba ya se la han comido antes todos los llamados “listos”, según escuché al joven al que hacía referencia.
Si amigo lector, quiero y aseguro que es un error pensar que la corrupción política en España, se haya convertido ya, en una característica intrínseca de los españoles.
No podemos obviar, pues no jugamos nuestra salud intelectual y espiritual que, a lo largo de nuestra Historia, hemos tenido líderes políticos que han demostrado una integridad, un honor y una dignidad ejemplar, sirviendo como faros de inspiración para generaciones futuras.
Uno de los ejemplos más destacados es Isabel I de Castilla, conocida como Isabel la Católica que junto a su esposo Fernando II de Aragón, no solo unificó España, sino que también reorganizó el sistema gubernamental, redujo la criminalidad y eliminó deudas del reino.
Su reinado marcó el inicio de la Edad de Oro española, un periodo de esplendor cultural y político.
Otro ejemplo más contemporáneo fue el de Adolfo Suárez, el primer presidente del Gobierno tras la dictadura franquista.
Su más que difícil liderazgo en una España durante la Transición Española, después de haber salido de una dictadura, fue clave para establecer una democracia moderna en nuestro País.
Entre sus tantos logros y virtudes yo destacaría sobremanera su gran capacidad para dialogar y construir consensos; lo que lo convirtió en un símbolo de reconciliación y progreso.
También podemos recordar a Gaspar Melchor de Jovellanos, un político e intelectual del siglo XVIII que luchó por reformas sociales y económicas en favor del pueblo y así, un buen ramillete de políticos de honor y reconocido prestigio mundial, donde destaco por proximidad, a mi paisano teldense Don Fernando León y Castillo.
Sus compromisos con la justicia y la educación los posicionan como un modelo de ética y servicio público.
Estos ejemplos históricos nos recuerdan que la política puede y debe ser un espacio de servicios desinteresados y llevados a cabo con honor, y no un lugar donde se va a medrar y esconderse en una cueva de ladrones, como por desgracia nos parece ser algunos de nuestros actuales políticos que, tan ricamente se sientan en el Parlamento, Senado. Cabildos, Ayuntamientos etc etc, salvando desde luego a las muchas honrosas exenciones. Pero a ahí está lo lamentable, el que nos veamos en la necesidad de emplear y hacer constar el vocablo, “EXCEPCIONES”.
Si eres político en activo y por muy democráticamente que hayas sido elegido, si no pertenece a esas gloriosas “excepciones”, desde ya te digo que te aborrezco y que me das asco, ya seas de derechas, izquierdas o medio pensionista, porque personas así, no se merecen ni el aire que respiran, porque te abras convertido automáticamente en “las hemorroides” de este país que se llama España y que has sido históricamente cuna de los hombres más grandes en todos los campos de la humanidad, porque el hombre en general, dentro de su imperfección natural , puede llegar a ser hasta un corrupto, pero desde el momento que ejerce de político, no se le permite esa licencia humana o Patente de Corso.
NO amigo, sobre todo si eres joven y por lo tanto fácilmente adoctrinable, hazle caso a este viejo lobo de mar que, por edad ya acumula mucho salitre en sus ojos y te puede asegurar, que “la corrupción” en un político, no es ni mucho menos una “enfermedad crónica”, ni siquiera un destino inevitable; más por el contrario, se trata simplemente de una auténtica desviación del recto proceder del hombre; algo que podemos y debemos corregir, inspirándonos en los valores y acciones de estos grandes líderes Humanistas que te he mencionado a modo de ejemplos.
Por todo ello, desde aquí quiero compartir contigo, aquello que mi padre que ya en el Cielo está, gustaba tanto decir a sus hijos… “Tened siempre hijos míos, para la ofensa recibida pronto perdón, olvido para el daño y siempre, pero siempre, exento de maldad y engaño, ir por el mundo con la frente erguida.
¡Grande padre Luis!... Así lo estamos haciendo, y así lo predicamos.
Fdo. Julio César González Padrón
Marino Mercante y Escritor
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