Mirar este fenómeno de la naturaleza me ocasiona dos sensaciones encontradas. Si lo miro con los ojos de la cara veo un bello espectáculo de luces y sombras, de nubes blancas y negras que suben hacia el inmenso cielo sin que nadie las detenga.
Al subir tan alto das la impresión de que deseas ver el rostro de Dios como para darle las gracias por haberte dejado nacer en un lugar tan excepcional, tan lleno de belleza, por haberte parido en la isla bonita.
Pero todo cambia cuando son los ojos del alma los que te contemplan, con ellos no veo belleza, perfección o grandeza, con ellos veo como las columnas de fuego y humo se van apoderando de todo lo que encuentras a tu paso.
Te veo como un enorme dragón que engulle todo lo que encuentra a su paso, no miras para atrás para ver el dolor y el llanto de mis hermanos a los que has despojado de sus casas y sus sueños, lloran en silencio cuando ven que has engullido sus terrenos, su modo de vida.
Lloran con desesperación cuando te ven bajar, dejando tras de ti huellas de que escupen fuego, y aunque tu no tengas la culpa, aunque sepamos que quien obra es la naturaleza, los canarios no te vamos a perdonar que mates una parte de nuestra isla, de la isla bonita.
Mary Almenara.
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