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sábado, 31 de enero de 2015

Yogur griego

28.01.2015 | 02:00

Qué tendrá este yogur griego que tiene al personal soliviantado? ¿Cómo es posible que guste tanto a pesar de la propaganda en contra, a pesar de tantos mensajes que dicen que es veneno, que su grasa engorda, que tiene como ingrediente una peligrosa leche que no ha fermentado como el yogur que ofrecen los otros, los yogures desnatados de los grandes, los de siempre? Esa fermentación sana que solo pueden dar las recetas neoliberales que suprimen derechos por obediencia ciega al poder financiero, porque antes que el derecho a comer el yogur que a uno le da la gana está el deber de pagar de forma puntual los intereses a los mercaderes de siempre.
Haces un recorrido por los muros de Facebook y te ves a la gente sonriente con sus fotos con un yogur griego en la mano, invitando a los amigos a probarlo. Y te asombras de la reacción de los partidarios del libre mercado, parece que las sagradas normas de la oferta y la demanda se convierten en malditas si el personal demanda este yogur griego. Hasta la ultraliberal Esperanza Aguirre pierde los papeles ante las cámaras y acusa a Antena 3 de estar haciendo propaganda de un yogur venenoso y eso no se puede permitir. ¡Cómo se les ocurre dedicar media hora a los que ganaron las elecciones!, brama la condesa de Bornos y grande de España ante la atónita mirada de Susanna Griso.
¿Quién se lo iba a decir a la Margaret Thatcher ibérica?, ella que tiene como catecismo el libro Camino de servidumbre de Friedrich A. Hayek (el gran teórico del neoliberalismo que asesoró al gobierno de Pinochet). En el capítulo 11 (titulado El fin de la verdad) de ese ensayo escrito por el Nobel de Economía que inspiró a Reagan y Thatcher el venerado Hayek dice: "Para que un sistema totalitario funcione eficientemente no basta forzar a todos a que trabajen para los mismos fines. Es esencial que la gente acabe por considerarlos como sus fines propios. Aunque a la gente se les den elegidas sus creencias y se les impongan, estas tienen que llegar a serlo". Ocurre que Hayek hablaba de los sistemas fascistas y comunistas. Pero estos ultraliberales también quieren aplicar el fin de la verdad en las democracias. Y vemos a Aguirre atropellando a los periodistas de Antena 3 como si fueran policías locales de Madrid que acaban de multarla, o nos enteramos de que nuestro gran José Manuel Soria y Soraya Sáenz de Santamaría (estos dos sin focos ni cámaras delante) se reunieron con el dueño de Antena 3 y de la Sexta para decirle que si quiere cariño del Gobierno (más canales de televisión) no puede llevar a los platós de sus cadenas a consumidores de yogur griego o permitir que un cómico de risa floja con el PP tenga un programa diario a la hora de la cena.
Porque todo vale para defender el pensamiento único (Saramago lo llamaba pensamiento cero por la ausencia de reflexión) que quiere imponer la Troika. Pero esta vez el miedo no pudo con los griegos, un pueblo castigado por los pecados que cometieron sus mandamases políticos y económicos. Después de cuarenta años de bipartidismo corrupto han preferido cambiar de receta. Las columnas del Partenón siguen en pie y el templo de Zeus no se ha caído aunque Alexis Tsipras se haya atrevido a asumir la presidencia de su país sin tocar la Biblia y sin la mirada vigilante del obispo de la iglesia ortodoxa. Sigue sin llegar el fin del mundo porque a lo mejor llega el fin de las mentiras de quienes decían que en una democracia solo se puede caminar por donde digan los que no han sido elegidos por el pueblo (dirigentes del FMI, del banco alemán y del BCE). Olvidaban que los atenienses inventaron la palabra democracia hace 2.500 años.
Pero a algunos les dio por leer el Tratado de la Unión Europea que tiene poco que ver con el déficit cero (que el PSOE y el PP metieron en la Constitución española con nocturnidad y alevosía). El Tratado de la Unión Europea dice en su artículo 2º que "la Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad,?", y defiende en su artículo tercero que "la Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la justicia y la protección sociales, la igualdad entre mujeres y hombres, la solidaridad entre las generaciones" exactamente todo lo contrario de lo están haciendo en Grecia, de lo que están imponiendo en España y en Canarias (a pesar de que aquí el gobierno que recorta y cumple a rajatabla con la religión del déficit diga que no le gusta esa receta). El domingo perdieron las elecciones los que querían que el griego siguiera siendo ese juego en el que te bajas los pantalones para que alguien disfrute mientras te promete que el placer tuyo llegará pronto. Ahora el griego es un yogur que demandan los que estaban hartos de que les hayan cambiado el pan y circo por el circo sin pan. Por eso escriben en los muros un recado a sus mandamases: Si ustedes se hacen los suecos nosotros nos haremos los griegos. Pues eso.

www.somosnadie.com
http://www.laprovincia.es/opinion/2015/01/28/yogur-griego/670148.html

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