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sábado, 27 de diciembre de 2014

ENSAYAN EN CUBA UNA VACUNA TERAPEÚTICA CONTRA EL SIDA


    Por FLOR DE PAZ DE LÁZARO CUBILLAS (*) / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Como
continuidad de mis encuentros con el director del Instituto de Medicina Tropical ¨Pedro Kourí¨ (IPK), Jorge Pérez,   visité también su consulta semanal abierta a los pacientes de SIDA.  Allí constaté en la práctica cuanto me había revelado en su entrevista.




   ¿Todos esperan por el doctor Jorge Pérez?,pregunta la enfermera en el salón donde aguarda aún una veintena de personas tras varias horas de consulta.  De inmediato la respuesta afirmativa se escucha incluso dentro del cubículo del médico, donde este, con una voluminosa historia clínica en sus manos, inquiere a la paciente que tiene ante sí.



     — ¿Cómo te sientes?



     
— Bien doctor.



     — Tu carga viral es indetectable.



      Ante tal anuncio, la mujer mira a su esposo, que es seronegativo, y sonríe.  Son una pareja discordante.  Él corresponde ante la visible muestra de satisfacción; al mismo tiempo, solicita al facultativo una orden de análisis para corroborar su estado, porque “aunque ellos toman todas las precauciones hay que estar atentos”.



   El médico asiente sin dejar de escribir con su mano izquierda sobre el abultado file que abriga una historia de 20 años.  Se produce un in pace en el que ella me dice con los ojos humedecidos: “el doctor Jorge Pérez es para mí un padre”.  (Él ya me había presentado como una periodista que ha escrito sobre el VIH durante mucho tiempo).




      Uno tras otro se suceden los casos y sus historias.  Para cada uno, el tiempo necesario.  Cuando es preciso, el examen físico.  “Porque, fíjate, al paciente hay que tocarlo; el médico que no mete la mano, mete la pata”.




       Pocos vienen por primera vez.  Una buena parte de ellos se beneficia con los medicamentos antirretrovirales y mantienen al VIH bajo control.  El especialista conoce las combinaciones de fármacos que ha indicado a sus enfermos: en un registro digital constan esos detalles.



       Son más de las nueve de la noche y, finalmente, sale el último de los consultados que estuvo dispuesto a esperar ese día.  He aguardado sin impacientarme.  Un instante después, rumbo a la dirección, abordamos los desiertos pasillos del IPK.  Sin aparente agobio, tras la extensa jornada, todavía es capaz de responder a mis inquietudes.



     —De cierto modo, el boom del SIDA ha pasado.  ¿Usted cree que ese fenómeno haya contribuido a bajar la percepción del riesgo?



   — Así es.  Lo demuestra, por ejemplo, que en Cuba hay personas mayores que no se protegen.  Piensan que si se infectan con el VIH a esa edad pueden vivir al menos 20 años más, pero no es así.  La enfermedad en esta etapa de la vida provoca mucho sufrimiento; el sistema inmune del individuo empieza a bajar y la enfermedad no tiene la misma evolución que en pacientes jóvenes.  Esa conducta, presente en los últimos años, es capaz de aumentar la incidencia del VIH, cuando lo lógico sería que bajara y que nos encamináramos a alcanzar la meta de la Organización Mundial de la Salud y de ONUSIDA: cero nuevas infecciones, cero muertes por SIDA.



   — ¿Cómo considera entonces que va a evolucionar la epidemia en los próximos años?



     — Hay países como Canadá que han logrado disminuir en un 90% los nuevos casos de SIDA, las muertes por SIDA y los casos SIDA (las enfermedades oportunistas).  Ha sido posible al proporcionarle la terapéutica antirretroviral a la mayoría de los infectados.  La aplicación de esta estrategia resulta costosa en un inicio, pero a la larga ahorra recursos que irremediablemente hay que utilizar en el tratamiento de las complicaciones inherentes al padecimiento.





 Una persona con VIH puede responder ante la infección de diversas maneras.  En la más acelerada, el individuo contrae el virus, se enferma y fallece.  Pero hay quien se infecta y sufre la enfermedad, pero vive muchos años.  A estos pacientes les llamamos sobrevivientes de larga duración.





     “En Cuba todavía no hemos empezado a tratar con antirretrovirales a todas las personas que tienen menos de 500 células de defensa contra el virus, una estrategia necesaria para disminuir la trasmisión y llegar a lograr un mundo libre de SIDA.  “Hasta el momento, los aplicamos a quienes tienen menos de 350, porque por debajo de esa cifra casi todas las enfermedades oportunistas pueden aparecer y alguna de ellas causar la muerte.


     “Se sabe que cuando la carga viral es muy baja (hay pocos virus circulantes) la probabilidad de infectar a otros tiende a cero, pero no es cero absoluto.  Eso se ha visto en las mujeres embarazadas que no pasan el virus a sus hijos porque toman quimioprofilaxis antiretroviral.  Estos inhiben la carga de VIH y la replicación.  Si no fuera así, una gran porción de ellas contagiaría a sus descendientes, aunque no siempre”.



     — Como usted ha dicho, un tercer candidato vacunal contra el virus se ensaya en humanos en el país.  Este, como su antecesor, es terapéutico (no preventivo).  ¿En dicho enfoque pueden depositarse más esperanzas de alcanzar una formulación efectiva?




     — El éxito radica en que la vacuna consiga que el organismo reconozca al virus como un agente extraño.  Todavía estamos en la fase I de estudios clínicos, momento en que se evalúa su reactogenicidad y toxicidad.  Todavía se están acopiando datos y observando qué sucede.


   “La vacuna terapéutica está dirigida a eliminar el reservorio viral que queda en los pacientes.  La estamos aplicando a personas que tienen VIH, pero que todavía no han desarrollado SIDA.  De lo contrario, sería muy difícil obtener los datos que estamos buscando.


   “Una persona con VIH puede responder ante la infección de diversas maneras.  En la más acelerada, el individuo contrae el virus, se enferma y fallece.  Pero hay quien se infecta y sufre la enfermedad, pero vive muchos años.  A estos pacientes les llamamos sobrevivientes de larga duración.  Ocurre así porque tienen alguna predisposición genética o su cuerpo posee algún mecanismo mediante el cual el virus busca una salida.  Este es el fenómeno que estudiamos, porque a nosotros nos interesa que el virus no mate y no infecte.






  La vacuna terapéutica está dirigida a eliminar el reservorio viral que queda en los pacientes.  La estamos aplicando a personas que tienen VIH, pero que todavía no han desarrollado SIDA.  De lo contrario, sería muy difícil obtener los datos que estamos buscando






   “TERAVAC, como se ha denominado este nuevo preparado, es un compuesto recombinante capaz de interactuar con el virus.  Buscamos con ella una respuesta de inmunología celular, no humoral.  Frente al VIH los anticuerpos no son neutralizantes.  Al aplicar el nuevo tratamiento se suspende la terapéutica antirretroviral para ver si se provoca una reacción destructiva contra el virus.



   “Los inmunógenos preventivos en SIDA son muy difíciles.  Hay muchas particularidades del virus que todavía se desconocen como la manera en que entra y sale del organismo, la rapidez con que se multiplica y se diversifica (entre 100 y mil millones de billones de virus se replican en un día).



   — ¿Qué situación tiene en estos momentos la epidemia en Cuba?


    — En los dos últimos años logramos una especie de meseta en el número de nuevas infecciones, sin embargo, el año pasado volvió a subir un poquito.  En el presente estamos casi pegados a la cifra del 2013; por eso nos hemos planteado tratar con los antirretrovirales a una mayor cantidad de personas.


     Entre nuestro diálogo ha avanzado la noche.  Al despedirnos, me agradece por la jornada compartida y aprecio, una vez más, la sencillez de este hombre que ha dedicado lo mejor de su vida a preservar la existencia de los demás.
http://canarias-semanal.org/

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