El soberanismo es básicamente emocional. Y ahí es donde está la respuesta: la exclusión del Barça de la Liga y la Champions derrotaría el procés, según el autor, en muy poco tiempo.
En esta España de las emociones, vivimos en un continuo desparrame sentimental. De exabrupto en exabrupto hasta el insulto final, cuando ya por fin todos seamos etiquetados de fachas, y el mundo sea un todo fascista. Digo que en todo este océano de sensibilidades en el que hemos convertido el cortijo nacional ya no hay tiempo para tomar un café sin el sobresalto de turno. Hemos dejado que la lógica, eso que San Agustín definió como el método (la vía) para alcanzar la verdad, acabe por ser proscrita del debate público. Y con ello el último tren a la razón.
¿Por qué si no dos millones de personas en Cataluña están convencidas de hacer lo correcto, y entienden que violar la ley, subvertir el orden político y social es lo que les conviene? ¿Por qué aceptan, sin más disquisición ni debate, sin aceptar contrapesos discursivos ni matices políticos, el relato nacionalista que les vende, desde un victimismo obsceno, una arcadia dorada imposible de cumplir? ¿Por qué descalifican con rapidez y fruición todo lo que no encaje en sus pretensiones mentales ni en sus artefactos intelectuales?
Porque todo se ha dejado al impulso que marca la víscera, a las entrañas de esa política que sólo quiere subvertir el orden lógico de las cosas, que nos dice que es preciso debatir para convencer, dialogar para seducir, escuchar para entender. Ya no. Ahora las emociones han sido sustituidas por lo emocional. No es lo mismo. La verdad camuflada con prefijos post para vender de otra manera la mentira líquida de siempre, que diría Vattimo. Y de esta forma, no es posible ninguna entente cordiale con quienes pulverizan, por vía impositiva, la ley y la razón a partes iguales. Cupdemont, es la representación histriónica de unos delincuentes a los que la cárcel se les queda pequeña por tanto desafuero legal.
Golpismo antisistema
Y conversar como delincuente exige dosis de cinismo y
tener un alma hipócrita. Se requiere, amén del perdón del agredido, el
nihil obstat del perseguido y amenazado por su diktat totalitario. Ahora que la izquierda antisistema, los medios de comunicación antiespañoles de España y el nacionalismo de mala fe exigen diálogo con el golpismo
que asesina el debate, dentro y fuera del Parlament, el cínico que
demanda árnica democrática cuando torea la ley con capotazos de dictador
posmoderno acude a la comunidad internacional a pedir auxilio.Y junto a él, toda la cohorte del pensamiento subvencionado nacionalista, que empieza a ser legión. Ordenadas ovejitas que viven del presupuesto público sin más talento que el de repetir consignas políticas ad hoc. Todo por la patria de Casanova, ese catalán preclaro que luchaba porque en Barcelona y Cataluña gobernara otro Rey, de España. La hipocresía en política empieza a ser aceptada en este programa de campaña permanente en el que se ha convertido el ‘procés’.
En Cataluña la democracia hace tiempo que es usada como el mohíno clínex de la historia, reclamada por quienes más la odian, aplaudida por los que la apuñalan con cada expresión. Cuando los impulsores de cometer el delito institucional y político más importante en cuarenta años no tienen el apoyo de la mitad de sus conciudadanos, esto ya no va de diálogo, ni de seducir a los que después de tres décadas de ambrosía y néctar nacionalista están bastante perfumados de intolerancia.
Porque no hay democracia cuando no se respeta la libertad de todos. Ni libertad cuando se silencia la palabra de algunos. Así que esto va de atacarles precisamente por el componente que mejor define sus comportamientos: el sentimentalismo vacío. Y frente a eso, el vacío sentimental como defensa.
¿Florentino Pérez?
Y si va realmente va de emociones, como dicen, y todo es apelación al sentimiento,
como parece, la batalla se gana atacando al elemento que mejor define y
resume todo ese pantano de fidelidad: el deporte, y en concreto, el
fútbol. Bartomeu, un presidente secuestrado por el independentismo que invade su club, afirma cada día que el Barça jugará en la liga española pase lo que pase en Cataluña (sic).Afirmaciones que suscriben otros mandatarios de nuestro fútbol, que no ven la Liga sin el Barça y al Barça sin jugar la Liga, entre ellos, Florentino Pérez. De nuevo los deseos y la percepción van por un lado, la realidad de los acontecimientos, por otro.
Imaginen ahora que mañana comparecen en rueda de prensa el Secretario de Estado para el Deporte, acompañado del Presidente de la Liga de Fútbol Profesional y de la Real Federación Española de Fútbol, y frente a cientos de periodistas deportivos de todo el mundo comunican lo siguiente: “Ante una eventual y posible declaración unilateral de independencia por parte del gobierno de la Generalitat de Cataluña, y en virtud de la normativa que rige el deporte español, todos los clubes catalanes que formen parte de la federación y que jueguen en las diferentes disciplinas y competiciones en el conjunto del Estado, quedarán automáticamente excluidos de la competición, anulándose los puntos conseguidos hasta el momento”.
Dicho de otra forma: el Barça no jugará más la liga española. No jugará donde quiere. Expulsado a perpetuidad. Y al quedar fuera de una federación europea, quedará asimismo excluido de la Champions, como ha manifestado la UEFA, que no admitirá a ningún club que no esté inscrito en una federación reconocida por ella. Los intereses que envuelven al fútbol: jugadores, intermediarios, televisiones, el mercado en general incluyendo a los consumidores del mismo, clamarían. Y adivinen hacia quién o quienes se ejercería presión para que el hecho no se consumara. Exacto. El circo siempre gustó más que el pan en la Roma pagana. Y ya sabemos que ésta no paga a traidores, porque la pela seguirá siendo la pela.
Los cautivos viscerales
El sainete antidemocrático que desde el 6 de
septiembre llevan protagonizando CUPdemont y resto de aliados a la noble
causa independentista amenaza con convertirse en esperpento
tragicómico perpetuo. La armonización de las pasiones de los exaltados
nos advierte de que no estamos ante cuerdos representantes de la
soberanía popular, sino ante lacayos de su locura. La
España de las emociones travestida de nihilismo sentimental. De ahí que a
esos dos millones de cautivos viscerales ya no se les capta por lo
emotivo. Dejen la seducción y el talante para otro momento. Ataquen por
el fútbol y se acabará todo.FUENTE: https://www.esdiario.com/elsemanaldigital/869661494/La-Espana-emocional.html
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