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lunes, 10 de julio de 2017

EL CUCHILLO CANARIO









Aunque cada vez se ve con menos frecuencia las plantaciones de plataneras, aquellos que hemos tenido la suerte de haber vivido en lugares donde esta planta era abundante, tenemos en nuestra memoria a aquel hombre vestido con pantalón y camisa que, un día fueron blancos pero que, con el paso del tiempo, cortar los rolos, los racimos o el desflorar los plátanos, cubrió de grandes manchas marrones.
Sin embargo, lo que más caracterizaba a este obrero era su cuchillo canario bien colocado en la vaina y atado a su cintura.
El mango es labrado a mano y con filigranas de diferentes materiales, entre ellas el cuerno de carnero o hueso de vaca incluyéndose también láminas de aluminio y otros metales.
La hoja, es un tanto peculiar por su forma lanceolada y triangular, ofrece el corte solo por uno de sus lados. Se afirma que un buen cuchillo canario, no solo corta como si afeitara, sino que la hoja debe estar tan bien templada que tiene que doblarse hasta casi unirse punta con punta.
A pesar de ser un arma corta nunca se ha usado como arrojadiza ya que por su configuración no está bien compensada.
Parece ser que su origen no pasa mucho más allá de mediados del siglo XIX, la peculiaridad de su mango se lo relaciona con la cuchillería sahariana o morisca.
Por suerte aún se continúa fabricando en todas las islas del Archipiélago canario y el hombre dedicado a la agricultura sigue luciéndolo orgulloso pegado a su cintura.
María Sánchez.

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