Tristán fue descartada por los exploradores como un posible hogar cuando fue descubierta debido a su abrupto paisaje montañoso, la ausencia de un puerto natural, la falta de tierras para la agricultura y un clima severo con lluvias y fuertes rachas de viento durante todas las estaciones, según señala su página web oficial. Sin embargo, a pesar de las dificultades surgió gente dispuesta a vivir en los márgenes del mundo dando lugar a una comunidad en la isla más aislada del planeta.
Pero las cosas cambiaron mucho desde su descubrimiento en 1506 por el navengante portugués Tristão da Cunha. El peñasco cuenta ahora con una economía mixta basada en la agricultura y la pesca, con una vida salvaje muy particular y con todo lo que cualquier comunidad necesita, y más si cabe, estando aislada: una escuela, una iglesia, un museo, un café y hasta un club de golf.
Por si esto fuera poco y con motivo de su 200 aniversario que tendrá lugar en 2016, sus habitantes pretenden construir hogares eficientes energéticamente y convertir a su preciada isla en autosostenible. Para ello, entrará en una interesante competición internacional en la que arquitectos y diseñadores de todas partes del mundo podrán ayudar a la comunidad a seguir progresando.
La isla puede visitarse y hay tours organizados desde Ciudad del Cabo, aunque es necesario obtener una autorización del Consejo administrativo de la isla.
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