Imagínate que vas conduciendo tan ricamente por la autovía, recorriendo
la Ruta 66 camino de Los Ángeles, únicamente rodeado por un uniforme manto ocre que lo abarca todo en torno al asfalto. Por algo la ciudad más cercana se llamaba
Amarillo. De repente, unos cien metros más allá ves aparecer los chasis de
diez Cadillac enterrados de punta. Y te bajas a mirar.
Creado en 1974 sobre un terreno perteneciente a un millonario local de Amarillo,
Texas, el
Cadillac Ranch es considerado
una obra de arte viva. Digo viva porque no pasa un día sin que estos Cadillac sean
pintarrajeados con nuevos graffitis, así como reemplazados por nuevos vehículos cuando sus corroídas carcasas se caen a pedazos.
De vez en cuando son engalanados con motivo de algún día especial, como cuando son pintados con los colores del arco iris para celebrar el día del orgullo gay, o color rosa cuando es el cumpleaños de la mujer del millonario dueño del terreno. Cuando vayas no te olvides de comprar un bote de sprypara dibujar un garabato que fotografiar de recuerdo. Así lo hice yo junto con la familia que me llevó a visitarlo, para ver el rojo anochecer subido al maletero de uno de estos Cadillac: un recuerdo que jamás podré borrar de mi memoria.
Se trata de un lugar mítico en Estados Unidos,
un emblema de la Ruta 66 que, por poner dos ejemplos, ha aparecido en
la película Cars y es el título de una canción de Bruce Springsteen. Es, no te quepa duda,
una atracción que debes visitar. Allí está, en un terreno privado en mitad de la nada, al que
se puede acceder sin necesidad de permiso, siempre que la puerta de la valla que lo protege esté abierta, como siempre es el caso. Qué peculiar puede llegar a ser el arte a veces, ¡me encanta!
Imagínate que vas conduciendo tan ricamente por la autovía, recorriendo
la Ruta 66 camino de Los Ángeles, únicamente rodeado por un uniforme manto ocre que lo abarca todo en torno al asfalto. Por algo la ciudad más cercana se llamaba
Amarillo. De repente, unos cien metros más allá ves aparecer los chasis de
diez Cadillac enterrados de punta. Y te bajas a mirar.
Creado en 1974 sobre un terreno perteneciente a un millonario local de Amarillo,
Texas, el
Cadillac Ranch es considerado
una obra de arte viva. Digo viva porque no pasa un día sin que estos Cadillac sean
pintarrajeados con nuevos graffitis, así como reemplazados por nuevos vehículos cuando sus corroídas carcasas se caen a pedazos.
De vez en cuando son engalanados con motivo de algún día especial, como cuando son pintados con los colores del arco iris para celebrar el día del orgullo gay, o color rosa cuando es el cumpleaños de la mujer del millonario dueño del terreno. Cuando vayas no te olvides de comprar un bote de sprypara dibujar un garabato que fotografiar de recuerdo. Así lo hice yo junto con la familia que me llevó a visitarlo, para ver el rojo anochecer subido al maletero de uno de estos Cadillac: un recuerdo que jamás podré borrar de mi memoria.
Se trata de un lugar mítico en Estados Unidos,
un emblema de la Ruta 66 que, por poner dos ejemplos, ha aparecido en
la película Cars y es el título de una canción de Bruce Springsteen. Es, no te quepa duda,
una atracción que debes visitar. Allí está, en un terreno privado en mitad de la nada, al que
se puede acceder sin necesidad de permiso, siempre que la puerta de la valla que lo protege esté abierta, como siempre es el caso. Qué peculiar puede llegar a ser el arte a veces, ¡me encanta!
Imagínate que vas conduciendo tan ricamente por la autovía, recorriendo
la Ruta 66 camino de Los Ángeles, únicamente rodeado por un uniforme manto ocre que lo abarca todo en torno al asfalto. Por algo la ciudad más cercana se llamaba
Amarillo. De repente, unos cien metros más allá ves aparecer los chasis de
diez Cadillac enterrados de punta. Y te bajas a mirar.
Creado en 1974 sobre un terreno perteneciente a un millonario local de Amarillo,
Texas, el
Cadillac Ranch es considerado
una obra de arte viva. Digo viva porque no pasa un día sin que estos Cadillac sean
pintarrajeados con nuevos graffitis, así como reemplazados por nuevos vehículos cuando sus corroídas carcasas se caen a pedazos.
De vez en cuando son engalanados con motivo de algún día especial, como cuando son pintados con los colores del arco iris para celebrar el día del orgullo gay, o color rosa cuando es el cumpleaños de la mujer del millonario dueño del terreno. Cuando vayas no te olvides de comprar un bote de sprypara dibujar un garabato que fotografiar de recuerdo. Así lo hice yo junto con la familia que me llevó a visitarlo, para ver el rojo anochecer subido al maletero de uno de estos Cadillac: un recuerdo que jamás podré borrar de mi memoria.
Se trata de un lugar mítico en Estados Unidos,
un emblema de la Ruta 66 que, por poner dos ejemplos, ha aparecido en
la película Cars y es el título de una canción de Bruce Springsteen. Es, no te quepa duda,
una atracción que debes visitar. Allí está, en un terreno privado en mitad de la nada, al que
se puede acceder sin necesidad de permiso, siempre que la puerta de la valla que lo protege esté abierta, como siempre es el caso. Qué peculiar puede llegar a ser el arte a veces, ¡me encanta!
Fotos | Juan Alberto
FUENTE : http://www.diariodelviajero.com/
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