autora Mar Ramírez
Con una extensión de 1.510 kilómetros cuadrados, la reserva del Masai Mara, situada al suroeste de Kenia y a una distancia de 270 kilómetros de la capital del país, Nairobi, ofrece la posibilidad única de disfrutar de la mayor migración natural del planeta en el mes de junio, cuando miles de ñus y cebras se desplazan en busca de los verdes pastos perseguidos por distintos depredadores, entre los que destaca el león, el verdadero amo y señor de la sabana. Realizar un safari por este espacio protegido para avistar al principal símbolo de su fauna salvaje constituye una experiencia realmente inolvidable.
imagen de juan carlos muñoz
Al llegar al poblado masai, a la vista del boma –una maraña de ramas enredadas o de varas de madera dispuestas en vertical, que actúa como cercado para animales– y de las manyattas –las tradicionales casas construidas con excrementos de vaca y paja–, no queda ninguna duda de que en Masai Mara, una de las principales reservas naturales africanas de vida salvaje, hay que tener bastante cuidado con los vecinos. En tiempos, estas rudimentarias estructuras defensivas protegían a cada poblado de posibles ataques de otras tribus masai que pretendían robar ganado. En la actualidad, esta práctica ha dejado de ser común, ya que está penada por los tribunales.
Para lo que resultan realmente útiles en la actualidad estas empalizadas es como defensa ante el posible ataque de los leones, que moran libremente por el Masai Mara, una reserva protegida en el suroeste de Kenia, a 270 kilómetros de distancia de su capital, Nairobi, que tiene una superficie de 1.510 kilómetros cuadrados y constituye una prolongación natural del Parque Nacional del Serengueti, situado ya en territorio tanzano.
La singular luz y amplia extensión de llanura cubierta de pastos que se divisa desde los escarpes a orillas del río Mara, situados sobre rocas de las más antiguas del mundo, es una visión del principio de los tiempos. Es como viajar al Pleistoceno, cuando los primeros hombres llegaron a estas planicies, pensamientos que se congelan al escuchar un rugido profundo y gutural, y el silencio que inunda la sabana se quiebra con el estremecimiento que recorre a cualquier ser vivo de Masai Mara ante la cercanía de un león salvaje, el señor de la sabana. El símbolo de África es, después del tigre, el mayor de todas las especies de gatos salvajes del mundo, de los que se diferencia por ser la única especie felina de hábitos sociales. Disfrutan de la vida en grupo. Estos grupos sociales están compuestos de varias hembras adultas, con relaciones consanguíneas entre la mayoría de ellas, acompañadas de sus crías y uno o varios machos adultos sin parentesco con las hembras, pero sí entre ellos si son varios. Cada grupo vive en un territorio concreto –su extensión puede variar, aunque normalmente oscila entre los 20 y 50 kilómetros cuadrados–, y los machos marcan los límites de su dominio con orina, aunque sus característicos rugidos también representan un modo inconfundible de anunciar su presencia en la zona.
La gran migración
La fascinación de divisar un león queda más que satisfecha en Masai Mara pues los grupos que habitan la reserva toleran sin demasiado enojo e incluso ignoran la cercanía de los vehículos de safaris que recorren el parque. Tampoco suelen mostrar una actitud agresiva o amenazante, aunque reaccionan con rapidez ante cualquier circunstancia que pueda incomodarles. Para descubrir alguna de estas sociedades felinas, cuyos miembros pasan la mayor parte del día tumbados entre la hierba, conviene apostarse cerca del río Mara, que constituye su principal fuente de agua y de alimento, ya que su curso permite el tránsito de las futuras presas que se aproximan hasta sus orillas con el fin de saciar su sed. El espectáculo aquí es mayúsculo en el mes de junio, durante la época de la gran migración, cuando miles de ñus y cebras atraviesan el río en busca de pastos.
En Masai Mara todo cambia con el atardecer. Entonces, los machos patrullan su territorio y las hembras se disponen a cazar para proveer de alimento a la familia. Esta reserva natural keniata alberga una de las mayores concentraciones de leones del continente, especialmente en su área sureste. Para aquellos que recorren la sabana en busca de magníficas visiones africanas nada les hará sentirse más afortunados que la visión, al fin, de un gran macho con el hocico levantado y su melena agitada por el viento en actitud vigilante y protectora.
fuente : http://viajar.elperiodico.com/
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