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sábado, 3 de enero de 2015

A siete pasos del veril sardinero en Gáldar



 Que algún OOA (Organismo Oficial Anónimo) destruya la originaria belleza del veril sardinero para levantar un pavoroso cajón de bloques y cemento parece, como poco, venganza, descomposición psíquico - estomacal, represalia contra la Naturaleza en su estado más puro. Pero, si además, nadie entiende de qué va la cosa –aunque se sospeche-, y desde el poder se esconda a la ciudadanía su legítimo derecho a saber por qué y para quién devastan un exquisito rincón de Gáldar, la pregunta es obvia: ¿qué beneficia a Sardina del Norte el manifiesto atentado en su muy elemental paseo marítimo? La respuesta cae por su peso: no solo no favorece sino que, muy al contrario, daña, lastima, perjudica. 


     
Hubo un poeta italiano, Marinetti, para quien un coche de carreras era mucho más bello que la Victoria de Samotracia, escultura griega del siglo II a. C. Esta se expone en el Museo del Louvre, departamento de antigüedades helenas. Cuando la encontraron en la isla de Samotracia no tenía brazos, pies ni cabeza.   Pues bien: 148 años después, en otra isla conocida como Gran Canaria, a miles de millas marinas, casi como de la nada aparece en el primer muelle de Sardina del Norte una obra parida de anoche a hoy. Y aunque la escultura helena es de mármol y la construcción sardinera se levanta con cemento y bloques, la milagrosa aparición de esta a siete pasos del veril tampoco tiene pies ni cabeza si razonamos su ubicación y destino.


      Y como Marinetti en su ataque al arte tradicional representado por la escultura griega, alguien de algún organismo oficial –¿acaso Costas? No lo creo- consideró que la actividad a la cual se dedicarán aquellos cajones es más bella que la propia naturaleza sardinera; más elegante que la costa a la cual le ha usurpado el espacio de su belleza; más de hoy que el ya destruido rincón al que acudían cientos de personas para perpetuar en fotos su paso por aquella zona sardinera cuyo fondo es la serena mole del Farallón.
  

    Hace años, entre muchos consintieron barbaries, bestialidades, rusticidades e ignorancias cuando elevaron casi al infinito y geométrico cubo la propia interioridad del Muelle del Estado, también en Sardina del Norte. Hoy, aquel amasijo -compendio de disparates, desvaríos, torpezas y tomaduras de pelo- que Gáldar dejó hacer con silencios - consentimientos y resignadas aceptaciones, no es más que carcajada de sí mismo, ridiculización perenne, fotografía inamovible de lo que no se debe hacer jamás (lo mismo pasó con la destrucción del viejo faro sardinero). Parece tal si hubiera un generalizado empeño en aceptar como maldición todo lo que se destruye en la costa galdense.
  

    Y como fue poco el activado cataclismo en el Muelle del Estado a manos de quienes proyectaron, aprobaron y consintieron aquella vengativa obra, a poco espacio de allí aparece como surgida de hecatombes mentales una ferocidad de la que nada se sabe. Aunque algo sí es cierto: al estar a tan pocos pasos del veril es imposible que algún ciudadano sea su propietario… aunque estemos en Gáldar. Por tanto, será un organismo oficial. Pero la tal entidad no quiere aparecer como consentidora de una obra más bárbara que estética, más destructiva que bella, más reflejo de pura creación interesada que de elemental detalle encuadrado en el paisaje sardinero. Así, ¿quién presentó y defendió tal proyecto? ¿Quién autorizó? ¿Qué equipo técnico firma su destructivo emplazamiento? ¿Qué corporación oficial corre con los gastos? ¿Cuál es su presupuesto? ¿Para qué se destruye aquel rincón? ¿A qué se dedicará la atrocidad? Nadie lo sabe. Ni un cartel.
  

    Porque cuando una institución oficial levanta una obra, siempre hay un letrero que da información (nombre del organismo; presupuesto; quién lo cubre; a qué se dedicará; plazo de ejecución; técnicos…). Pero esta, lector, es obra de padre y madre desconocidos: solo es visible el cartel de la constructora, quizás para demostrar que, aunque se destruye el paisaje, la empresa es cebollera.  Gran honor.


      Y si nadie da información sobre ella, ¿cuáles son las razones? ¿Acaso se imponen los mínimos restos de un pudor estético, paisajístico, de elemental sensibilidad a orillas de la misma mar, a siete pasos de un veril que se dejaba engolosinar por las olas para crear belleza?  O, por el contrario, ¿se considera que los ciudadanos no tienen derecho a saber qué se hace con sus impuestos, con su costa sardinera? Pero, sobre todo, ¿para qué la obra? ¿Qué albergará en su interior, solo iluminado por ventanitas? ¿Qué debe protegerse de las miradas curiosas? ¿Acaso es tan valioso lo que habrá dentro que debe silenciarse, tutelarse, aislarse? ¿O, tal vez, nadie debe saberlo?


     Más: si hay paredes, compartimentos, techos, ventanucos, será para que haya personas. Y las personas, claro, tienen malas costumbres, muy malas: una de ellas, la peor, es que necesitan retretes, lavabos, duchas, incluso hasta fregaderos si apareciera alguna cafetería, quizás una cantina. Y yo me pregunto si en aquellas dependencias las aguas que pasarán por retretes, lavabos, duchas, fregaderos… tienen salidas. ¿Hay conexiones al alcantarillado público, gruesas tuberías para que trasladen cagadas, heces y excrementos a los pertinentes depósitos? Porque debe darse por supuesto que las aguas fecales no irán a la marea de la misma playa sardinera, que todo está previsto y estudiado civilizadamente, por supuesto: nada de engodos de naturaleza anal, que para eso están las bogas. Debo creerlo: el organismo oficial propietario de aquel inmueble lo tiene muy claro en el proyecto (porque está previsto, ¿verdad?) Lo que ocurre es que el proyecto permanece bajo llave, y las llaves están en cajas fuertes no sea que la marisma las ferrugiente, ya se sabe. No, definitivamente: la mierda no llegará a la playa, a La Laja, ¡estamos en Europa! (¿O no estamos y sí irá?)


      Una obra, en fin, descabezada y manifiestamente destructiva. Más: ¿por qué se construye, por quién? ¿Para quiénes? ¿Para qué? Silencio oficial (¿acaso de Costas? Me extrañaría mucho.)

http://canarias-semanal.org/not/15110/a-siete-pasos-del-veril-sardinero-en-galdar/

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