Todo comenzó hace 156 años. Fue en este sombrío y húmedo paraje a orillas de la Gave de Pau, en las afueras de Lourdes, donde la Virgen María se le apareció a Bernadette Soubirous, una pastorcilla de 14 años, hija de una humilde familia que vivía poco menos que de la caridad. El asunto despertó desde el primer momento cierta espectación, pues llovía sobre mojado: esta región de los Pirineos estaba acostumbrada a las apariciones de la Madre de Dios, como las sucedidas en Bétharam en 1475 o la de Garaison en 1510.
Enseguida se la hizo caso y unos vecinos la seguían cada vez que iba a la cueva de Massabielle, una oquedad de ocho metros de anchura que le servía de refugio de las lluvias. Allí se le apareció la Virgen en 18 ocasiones, verificadas, entre el 11 de febrero y el 8 de julio de 1858. El milagro se autentificó en 1862, aunque la primera peregrinación se dilató. Hubo de esperar diez años para recibir un grupo de cifras increíblemente humildes respecto a las que maneja hoy el santuario: sólo acudieron 200 sacerdotes y 500 pelegrinos. La cosa cambió y, un año después, arribaron a Lourdes 213 trenes, fletados para atender las demandas de los viajeros a la ciudad. A bordo, 140.000 visitantes.
Siglo y medio después, cada temporada arriban al pie de la Massabielle más de seis millones, convirtiendo a Lourdes en el segundo destino turístico de Francia tras París. A pesar de los miles de cirios encendidos desde entonces y del trasiego, el ambiente húmedo continúa a la orilla de la Gave de Pau. A comienzos del invierno del año pasado el río se desbordó, arrasando toda su cuenca y sumergiendo bajo las aguas el lugar santo. Como si fuera un milagro, en cuestión de días, el espacio quedó inmaculado.
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http://www.ocholeguas.com/2014/05/27/europa/1401192389.html
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