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domingo, 29 de junio de 2014

Si toca una tabaiba…









… ¡lávese bien las manos!; porque, ¡vaya desgracia!; pues si con su mano manchada, aunque imperceptible usted no las vea (las manos sucias), ese veneno le puede amargar la jornada, y algo más. Los residuos invisibles de la leche de la tabaiba -aunque pegajosos- son de tan alto grado de peligrosidad, que sin darse uno cuenta, o sin querer, le estrecha la mano  a un amigo o a quien sea, y esta persona desconociendo lo que usted a tocado, y que sin lavarse él las manos al creer las suyas estaban limpias, es mucho y grave lo que le puede pasar  o suceder al igual o lo mismo que a usted-, 
por eso, inmediatamente, quítese ese veneno de la mano (o manos), que tanto para usted, como para los otros, es de muy mal sabor (de boca), y de muy mal gusto, y pero para la vista si se pasa el índice por la ceja. Por todo ello, le recomiendo, que si tiene que pasar por entre tabaibas, mejor tome sus precauciones -al margen de las multas si las daña (pisa, troncha, arranca, etc.), a alguna, lo mejor es no tocarla, pero bien que puede llevar y ponerse guantes, y así librarse -en parte-, porque nunca se está a salvo al cien por cien de sus efectos maléficos, que te saltan y sin darte cuenta, te quedas ciego, o amarguras de muerte, como le contaré mañana -si Dios quiere-, que lo cosa no va de coña, que esto va en serio, y debe usted tomar sus medidas, sus precauciones, y así evitar males mayores, a sí mismo como a terceros. Mañana, le cuento lo de Carmelo -monitor de mis campamentos en Güi-Güí-, que me pidió la unción de enfermos (o extremaunción), porque por culpa de la tabaiba se veía y creía morir. ¡Y escapó de milagro!


El Padre Báez.

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