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domingo, 29 de junio de 2014

Cuando Madrid fue la Corte de los elefantes y los osos hormigueros

A finales del siglo XVIII Madrid fue la capital de la curiosidad. Elefantes, osos hormigueros y megaterios fueron algunas de las criaturas que Carlos III coleccionó y quiso mostrar a los madrileños. Así fue el nacimiento del Real Gabinete de Historia Natural, uno de los periodos más fascinantes de la historia de la ciencia en España.



Las paredes de la sala están salpicadas de esqueletos de serpiente, cangrejos gigantes y caparazones de tortuga. También hay fósiles, un pangolín disecado y corales traídos de ultramar. "Y aquí hay un cajón lleno de huevos", señala Javier Sánchez Almazán, conservador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) en el que nos recibe. El lugar intenta reproducir el aspecto que pudo tener en su día el Real Gabinete de Historia Natural fundado por Carlos III en 1776 y alberga algunas de las piezas que pertenecieron a su colección, recopiladas en un tiempo en que el mundo estaba por descubrir.


"Los objetos y noticias que traían los españoles del Nuevo Mundo causaban estupefacción", relata Sánchez Almazán. "Volvían hablando depájaros que eran como moscas, de un oso que metía la lengua por las torrenteras, de animales que estaban cubiertos por una coraza". Todas eran criaturas desconocidas para los europeos y a las que solo tenían acceso los españoles, de modo que se convirtieron en un motor para el conocimiento de la época. "Hasta tal punto", recalca el investigador, "que algunos están empezando a comparar el papel de los cronistas de Indias con el que tuvieron Galileo o Copérnico para el nacimiento de la nueva ciencia".
Sánchez Almazán es uno de los especialistas que mejor conoce la historia del Real Gabinete de Historia Natural y acaba de publicar un libro sobre su creador, el español Pedro Franco Dávila. Este comerciante nacido en Guayaquil reunió en París la mayor colección de curiosidades de la época y se convirtió en un referente para muchos científicos, lo que le valió para ser admitido en la Royal Society o la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo. Sobre Franco Dávila, asegura Almazán, se ha extendido el tópico de que era simplemente un coleccionista compulsivo, pero basta ver los documentos de la época para ver que se trataba de un gran estudioso de la naturaleza. "Describe con mucha minuciosidad algunas piezas, utilizaba microscopio y ya decía que esponjas y corales  eran animales", relata el conservador. "También tenía claro que las petrificaciones, lo que hoy conocemos como fósiles, eran animales de otro tiempo", añade.
Megaterios y osos palmeros
La colección de curiosidades de Franco Dávila adquirió tal fama que los asesores de Carlos III terminaron convenciéndole en 1771 de que laadquiriera para España y fundara con ella el Real Gabinete.  Los cientos de fósiles, minerales y especímenes animales se trasladaron a Madrid en tres viajes por mar y tierra. Franco Dávila fue nombrado primer director del gabinete y bajo su mando la colección iría enriqueciéndose con nuevas piezas traídas de distintas partes del mundo, e impulsada por la propia curiosidad del Rey, que reclamaba que le trajeran un ejemplar de los animales más exóticos que se iban hallando en las Indias.
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