De lo contrario, tienen a las islas envenenadas. Esa
normativa de protección, sin razón válida alguna, no tiene sentido, salvo para
quienes sí, por asuntos recaudatorios. Otra cosa sería o fuera, que las
tabaibas desaparecen y hay que protegerlas, para evitar su extinción, pero
teniendo superados esos índices al tenerlas por todas partes y en tan elevado
número de ejemplares como que no es de recibo.
Se trata, de una ley que regula
la desaparición poblada o habitada de las islas, con el fin de convertirlas en
una reserva exclusiva de una masa de tabaibas tal, que otra vida no se dé sino
la de la planta lechera, sin uso o aprovechamiento de la misma en nada y para
nada. Según tengo entendido, solo hay unos presupuestos muy restringidos y
según sea dulce o amarga la tabaiba, cosa de gran dificultad, al tener que
probarlas, con las consecuencias pertinentes, lo cual hace inoperantes los
atenuantes. Y la cosa es tan grave, que las islas soportan y padecen el acoso
de una planta que invade todo terreno, sin que nadie se decida a dar el paso
para frenarla o impedir su expansión descontrolada dada la protección severa
que tiene. También se pudiera someter a referendo, como para el mal del
petróleo, al considerar el mal tabaiberil, es peor más de veces mil. No se
puede considerar como asesino al que dañe -por simple roce- a una tabaiba,
cuando la asesina es ella, que acaba con toda otra forestación, al no tener
freno ni control. Por de pronto se debiera establecer un número mínimo de ejemplares,
para poder defenderla y protegerla, pero dado el número incontable de ellas, ¿a
qué viene esa protección, si no es por los dineros que gracias a ellas -por
multas- entra en el cabildo?
El Padre Báez.
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