He dedicado 14 años de mi vida a servir a mi país en el Ejército. Y ahora me lo pagan dejándome tirado a mi suerte.
En 2011 el vehículo blindado en el que viajaba en Afganistán junto a mi unidad sufrió un accidente. Yo me llevé la peor parte: perdí un riñón y el bazo, acabé con 17 huesos rotos y con graves secuelas como pérdida de audición y amnesia a corto plazo.
El Ejército no me quiere reconocer el grado de discapacidad que me corresponde. Y por eso he iniciado esta petición dirigida al Ministerio de Defensa para que rectifiquen>>
Juan Carlos, yo renuncié a ver a mi familia y amigos durante meses y años, y puse mi vida en peligro para defender a los más indefensos y los intereses de mi país. Aunque me salió caro, no me arrepiento y sigo amando la profesión. Pero no puedo tolerar el trato que me están dando.
Para mí no es una cuestión de dinero -afortunadamente no lo necesito-, es una cuestión de dignidad y respeto a todos los compañeros en mi situación, para asegurarme de que ningún otro miembro del Ejército se enfrenta a la misma situación.
Muchas gracias.
Iván
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