autor : padre baez
El campo vive una grave enfermedad terminal, y está
en su etapa final. Esto supone para los campesinos un vivir en un gran
sufrimiento, tristeza y angustiado. El cabildo con el seprona y el
miedoambiente es un cáncer malo, mortal. Se vive pendiente de la situación, y
es que al enfermo, no se le aplica ninguna terapia, no se habla de la
enfermedad, se elude tomar el pulso, la tensión, la fiebre. No se le hace
analítica alguna. Simplemente, no se atiende al enfermo, que muere sin asistencia
o preocupación por el paciente. La verdad, que precisamente, por falta de
diagnóstico, ni siquiera sabe uno bien si se trata de cáncer o si de una
esclerosis, que como es sabido se trata de una enfermedad degenerativa, y tal
vez hasta tenga a ambas y aún más males o enfermedades. Por supuesto, que uno,
impotente lucha porque esto no acabe o termine, y hasta por que se cure y sane,
se recupere y vuelva a tener la salud perdida. Algún remedio paliativo debe
existir, pero si los “médicos” se niegan a aplicar al enfermo olvidado, no hay
nada que hacer. Lo que está claro, es que no se alivia dolor alguno del
enfermo, que sufre y padece, sin esperanza de curación alguna.
La enfermedad o
enfermedades, generan un gran y grave malestar, al ver que no tiene cura (cura
hay, pasa que no se la aplica). Por supuesto, el dolor es físico y psicológico.
Ningún tratamiento evita el dolor, ni alivia el sufrimiento. Se ve al enfermo
con rabia, y con tristeza; muy triste. Se siente el miedo a morir. El problema
más que grave, es que la patología avanza, y –repito- no se le presta atención
alguna. Nada o poco puede hacer en este caso el capellán (con humildad, un
servidor). El enfermo (el campo, y los campesinos), sobrellevan la dolencia,
nadie habla con él. Sufre ansiedad, sin tratamiento, no tiene cura, sin
medicina, no se va a curar. Nadie ni nada reducen su sufrimiento, que aumenta.
Está desanimado. Nadie le asiste. Se ve y sabe en una etapa final. Miedo. Solo
tiene –en mi persona, a un confesor-, que le ayuda a afrontar la muerte. La
situación es tan grave y múltiple, que si no lo es, parece el enfermo padece
esquizofrenia, a la vez el cáncer avanzado. El campo, como Francisco de Asís,
está estigmatizado. El campo (y el campesino), por si era poco lo que padece,
no tiene con quien desahogarse, llora sin consuelo alguno. No encuentra apoyo
psico-social alguno, no es atendido, no. Se derrumba. Está solo. No tiene vía
de escape alguna. A veces parece entra en una parálisis cerebral fuerte. Todo
se agudiza, cuando aparece ya hasta dificultades respiratorias. Y todo sin
ayuda, sin control. Al avanzar las enfermedades (la enfermedad), se va dejando
de hacer cosas (nada se puede hacer). No se reduce, ni se elimina la
enfermedad; tampoco, el dolor y el malestar. Se aburre. Ni se evade de la
enfermedad, no hay actividad que lo distraiga. La única actividad es, pensar en
el pasado, haciendo balance de y recordando los buenos momentos de otros
tiempos atrás. Le ayuda, el ser creyente, aunque se cuestiona la fe dada la
situación que padece, y la falta de formación al respecto. Al menos, cuenta con
un cura (un servidor), pero... Ni siquiera hay ayuda a la hora de la muerte, ya
próxima. No tiene ni acompañamiento. Solo unos negros cuervos cuales buitres
carroñeros miran de lejos expectantes y nerviosos (seprona y el miedoambiente).
El árbol, se seca...
El Padre Báez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario