Octubre de 2004. El candidato a comisario de Justicia toma asiento en una sala del Parlamento Europeo para pasar su examen parlamentario. Respondiendo a los eurodiputados, el italiano Rocco Butiglione se despacha a gusto, confiado, explicando por qué sus opiniones personales no lo invalidan para el cargo. "Yo puedo pensar que la homosexualidad es un pecado, pero eso no tiene una repercusión sobre la política. De la misma forma que pueden pensar que soy un pecador pero no tiene ninguna consecuencia", dice ante unos eurodiputados atónitos. Por esa regla de tres, "la familia existe para permitir que las mujeres tengan hijos y que un hombre las cuide". Suma y sigue.
No pasó la prueba. Tampoco la búlgara Rumiana Jeleva, candidata a comisaria en 2009, que sucumbió por oscuros negocios que no supo explicar.
El examen consiste en un cuestionario oral en el que diputados de los distintos grupos políticos preguntan con libertad a cada uno de los 27 futuros comisarios. Cañete será preguntado sobre todo por Energía y Cambio Climático, dos áreas políticas que podrían considerarse enemigas íntimas y que el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ha decidido fusionar con el ex ministro de Mariano Rajoy al frente.
Las declaraciones machistas de Cañete y sus intereses en empresas petroleras son sus debilidades de cara a la prueba que desde los socialistas se ve con escepticismo. "No tiene el perfil adecuado", asegura Iratxe García, que pese a ello rechaza hacer un "frente español antiCañete" sino que se propone probar que al ministro ni le interesa el medio ambiente ni las energías limpias. Para Luis de Grandes, eurodiputado del PP, Cañete es un hombre "brillante", que "se conoce los temas" y le apasiona Europa. Eso debiera ser lo importante, según De Grandes.
Al examen se le conoce indistintamente como audiencia o audición. Pero hasta en eso hay matices semánticos. Una audiencia consiste, según la RAE, en recibir a alguien importante que expone o pide algo. Una audición es la "prueba que se hace a un actor, cantante, músico, etc., ante el empresario o director de un espectáculo".
Sea finalmente un examen solemne y elevado o un espectáculo lúdico, Cañete se juega su futuro. Y Rajoy su prestigio. Tras haber hablado con eurodiputados presentes y pasados, te resumimos las inquietudes más habituales de la Eurocámara y los mandamientos para complacerla.
Los comisarios son propuestos por los Gobiernos. Después, junto al presidente de la Comisión (Jean-Claude Juncker), les asignan una cartera. Pero sólo con eso no es suficiente.
"Es un error grave menospreciar al Parlamento Europeo", explica Raül Romeva, eurodiputado de ICV durante las dos últimas legislaturas y uno de los más activos entre los elegidos por España.
La Eurocámara decide en pie de igualdad con el Consejo (el órgano de los Gobiernos) en la mayoría de temas, sobre todo desde el 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. La Eurocámara se reivindica a sí misma como el corazón de la democracia europea, ya que es la única institución elegida directamente por los ciudadanos en elecciones cada cinco años.
Las cosas se ven de otra manera desde los Gobiernos, la Comisión o el BCE, a quienes en ocasiones molestan las preguntas y control de los "turistas de la democracia", como consideró a los europarlamentarios Silvio Berlusconi en un célebre y tenso debate en 2003.
Todo candidato a comisario debe amar al Parlamento Europeo o, al menos, simularlo si quiere pasar la prueba.
"Es un error grave menospreciar al Parlamento Europeo", explica Raül Romeva, eurodiputado de ICV durante las dos últimas legislaturas y uno de los más activos entre los elegidos por España.
La Eurocámara decide en pie de igualdad con el Consejo (el órgano de los Gobiernos) en la mayoría de temas, sobre todo desde el 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. La Eurocámara se reivindica a sí misma como el corazón de la democracia europea, ya que es la única institución elegida directamente por los ciudadanos en elecciones cada cinco años.
Las cosas se ven de otra manera desde los Gobiernos, la Comisión o el BCE, a quienes en ocasiones molestan las preguntas y control de los "turistas de la democracia", como consideró a los europarlamentarios Silvio Berlusconi en un célebre y tenso debate en 2003.
Todo candidato a comisario debe amar al Parlamento Europeo o, al menos, simularlo si quiere pasar la prueba.
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