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lunes, 4 de agosto de 2014

Cumbre EEUU-África: ¿Por qué Estados Unidos sí importa?













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Un gran acontecimiento. Por muchas razones. Pero también porque es la primera vez que se celebra. Esta semana, los días 5 y 6 de agosto, tendrá lugar en Washington la Cumbre de líderes Estados Unidos-África. Un momento histórico para analizar y profundizar las relaciones entre el país norteamericano y el enorme continente africano. 

Además de sorprender el hecho de que no se haya celebrado nunca antes, interesante es observar el tratamiento tan distinto que los países africanos han dado a este encuentro con respecto a lo habitual en la Unión Europea. Un ejemplo: Estados Unidos ha vetado la presencia del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, debido a las sanciones que pesan sobre él. Ningún país africano ha mostrado el mínimo interés en boicotear este encuentro por tal razón. Sin embargo, no sucedió lo mismo cuando la Cuarta Cumbre UE-África, celebrada en Bruselas los días 2 y 3 de abril de 2014, tomó la misma medida. Al final, 41 jefes de Estado y Gobierno africanos acudieron a la reunión pero solo después de que la Unión Europea levantase a Mugabe la prohibición de viajar. En esta ocasión nadie ha dicho nada sobre el tema, ni siquiera el gobierno de Harare.
Está previsto que 45 de los 55 líderes del continente acudan a la reunión de Washington.
Solo cuatro no han sido invitados. Además de Mugabe, el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, y el de Eritrea, Isaias Afewwerki, también por las sanciones impuestas sobre ellos por Estados Unidos. Tampoco lo fue la presidenta de la República Centroafricana, Catherine Samba-Panza, por los temores expresados por la Unión Africana. Sin embargo, Washington no cuestiona a otros líderes, a pesar de ser dictadores con un record bien negativo en el campo de los Derechos Humanos, como es el caso del presidente ecuatoguineano Teodoro Obiang.
Los presidentes de Zambia y Argelia, Michael Sata y Abdulazid Buteflika, no acudirán por razones de edad y el de Angola, José Eduardo Dos Santos, por no estar previstos encuentros bilaterales entre el Presidente Obama y los líderes africanos. Los mandatarios de Sierra Leona y Liberia, Ernest Bai Koroma y Ellen Johnson-Sirleaf, no lo harán por el estado de emergencia que viven sus países debido a la epidemia de Ébola. Posiblemente, el guineano Alpha Condé también se quede en su país por idéntica razón.
Sin embargo, sí acudirá el rey de Marruecos, Mohamed VI, a pesar de que su país no es miembro de la Unión Africana (organización que abandonó en 1984 cuando ésta apoyó la independencia de la República Árabe Saharaui) ya que, como ha querido dejar bien claro el gobierno de Washington, se trata de una cumbre bilateral entre Estados Unidos y sus socios africanos y no con la UA.
En un principio, algunas organizaciones, como el potente lobby Corporate Council on Africa, temieron que la falta de encuentros bilaterales con el presidente Obama provocara la ausencia de muchos mandatarios. Sin embargo, no ha sido así, a excepción del de Angola. Contrariamente, en la última cumbre UE-África las reuniones entre líderes europeos y africano sí fueron una prioridad.
Europa todavía es uno de los principales donantes del continente africano, mantiene importantes acuerdos comerciales con la gran mayoría de los países, hay una gran presencia de tropas y fuerzas de seguridad europeas en su suelo, realiza grandes inversiones en infraestructura... Y por el contrario, durante los dos periodos de Obama en la Casa Blanca, África ha tenido una prioridad baja en la política exterior estadounidense. Ha sido tarde cuando el Presidente norteamericano ha puesto sus ojos en África. Obama la ha visitado tres veces y lanzado tres importantes iniciativas: Young African Leaders Initiative (YALI), en 2010 y rebautizada como the Mandela Washington Fellowship el 28 de julio pasado; la cumbre sobre seguridad alimentaria en África, de 2012, y la Power Africa Initiative, en 2013. Varios líderes africanos también han visitado oficialmente Washington durante este periodo, pero ninguno ha sido merecedor de una cena de Estado en su honor en la Casa Blanca.
En esta ocasión sí habrá una cena en los jardines de la residencia presidencial la noche del 4 de agosto, que coincide con el cumpleaños de Obama. Pero no creemos que los líderes africanos hayan respondido a la invitación estadounidense solo por estar presentes en la celebración.
La cuestión es qué podría ofrecer Estados Unidos a África que Europa no fuera capaz. Posiblemente, una especie de venganza contra los antiguos poderes coloniales y su continua interferencia en la política del continente esté detrás de la reticencia presentada por muchos de los países africanos. Por su parte, Estados Unidos está libre de acusaciones en este campo, en principio. Además, la cumbre de Washington, al contrario de la de Bruselas, lleva aparejadas las posibilidades de grandes inversiones y ayudas económicas que ningún líder africano quiere perderse.
Para Estados Unidos, la reunión supone una oportunidad de ponerse al día con el continente. Como señala la revista The Economist, Washington se ha dado cuenta del gran potencial del continente como mercado emergente y de su población que se doblará para el año 2050 y será sorprendentemente joven. El dilema para la administración Obama reside en adaptarse y aprovechar el beneficio mutuo que puede suponer el trabajar juntos o quedarse fuera del reparto del pastel al comportarse como uno de los viejos poderes coloniales incapaces de aceptar el cambio y el nuevo papel de África.
Estados Unidos no tiene mucho tiempo que perder si quiere recuperar el tiempo perdido, porque además de las cumbres África-UE también China, India, África y Japón organizan reuniones regularmente y Corea del Sur y Turquía tienen en agenda las suyas para finales de este año. Europa está recelosa de que los líderes africanos puedan ser engatusados por las propuestas norteamericanas. Estados Unidos tiene que recuperar el tiempo perdido y aprovecharse de la aparente debilidad europea y del fuerte potencial económico que presenta África.
Y en medio quedan los líderes africanos, quienes podrían sacar mucho beneficio para sus países si es que saben jugar bien con los intereses de tanto pretendientes como se presentan de repente.
El peligro es que la fuerte corrupción y la mala gestión que impera en la mayoría de los países africanos pueda conducir a que, como tantas otras veces, solo los políticos y altos funcionarios del continente se beneficien de esta oportunidad mientras que los ciudadanos siguen sumidos en la más absoluta pobreza.

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