… que los terrenos más fértiles -y ningún otro-,
vuelvan a ser recuperados para el cultivo o labranza. Si no se frena su avance,
no habrá donde plantar un saco de papas, ni un cercado de trigo. Y ello, porque
será imposible recuperar el uso agrario de la tierra, al envenenarla y coparla
la tabaiba que lo invade todo. Con la tabaiba desaparece toda posibilidad de
agricultura alguna de sostenibilidad. Imposible volver la mirada al sector
llamado primario, cuando la tabaiba se lo ha comido todo y más si hubiera, toda
vez que colonizadora e invasora, no deja un palmo de tierra sin su presencia ya
única.
Ningún espacio va quedando para la agricultura, cuando ya sin
construcción y con la merma en el turismo (que se va, pues la tabaiba no es
comestible, ni su leche se utiliza en la alimentación), iniciativa agrícola
alguna será imposible (repito); y mientras, ningún partido político, ni
gobierno alguno toma medidas de freno y de desprotección a la planta
paralizadora del sector agrícola, sin mirada de futuro, al hipotecar de por
vida las islas, que quedan a merced y abandonadas en posesión de las tabaibas,
cual plaga. Y es, que hemos pasado de un vergel -que canta el pasodoble-, a un
tabaibal enorme y único, sin agricultura de sobrevivencia al no poderse tocar
la tabaiba, que es dueña y señora de todo terreno cultivable o no. Antes, todos
se ocupaban de la tierra; ahora, nadie puede hacerlo, y de hacerlo es a riesgo
de ser multado por daño a alguna tabaiba, y es tal la situación que un resto de
agricultura se acumula en colegios y entre coches (huertos escolares y
urbanos), ante la imposibilidad de poder cultivar en el campo, en el medio
propio (los escolares son pequeños agricultores, y se cultiva entre humos de
coches, porque entre tabaibas, no es posible hacerlo).
El Padre Báez.
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