No es la primera vez que ocurre. En 2012 el huracán Sandy provocó casi 300 muertos en Nueva York, y el año pasado el tifón Haiyan mató a más de 6.000 personas en Filipinas. Y este año ha vuelto a ocurrir: el tifón Hagupuit ha demandado una de las mayores evacuaciones en tiempos de paz.
La magnitud de estos tifones es consecuencia directa del cambio climático. El incremento de temperaturas los hace más virulentos y más frecuentes. El cambio climático es una realidad, y este tipo de fenómenos son sus primeras manifestaciones.
Pero no se puede negociar con el cambio climático. Si no hacemos nada sufriremos cada vez más sus consecuencias, como ya las han sufrido los habitantes de Filipinas y otros muchos países. Por suerte aún estamos a tiempo de cambiar las cosas, pero ¿cuántos tifones más van a esperar los líderes mundiales para empezar a hacerlo?
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