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jueves, 20 de noviembre de 2014
Fábula de José Manuel y la sandía
Dicen que los agricultores egipcios fueron los que cultivaron las primeras sandías en los márgenes del río Nilo. Una fruta que se compone de un 90% de agua era un tesoro en aquellas tierras calurosas. Imagínate aquellos esclavos con la boca salada después de comer los pescados del Nilo, quizá la sandía era la única alegría que recibían aquellos cuerpos que vivieron para construir las pirámides. Esta deliciosa fruta también conocida como melón de agua no se quedó en África, muchas veces acompañó las expediciones de los conquistadores de los últimos veinte siglos.
Hasta China llegó la sandía. Pronto se convirtió en una fruta de prestigio. Dicen que a los chinos les gusta ofrecer sandías como regalos en actos sociales importantes. Los conquistadores españoles la llevaron a América. Existe una enorme variedad de sandías. En Panamá los agricultores cultivan la exótica sandía cuadrada y llevan tiempo exportándola a Estados Unidos y también quieren introducirla en el mercado europeo. Un ejemplar de sandía cuadrada de casi 7 quilos puede pagarse en una tienda en Estados Unidos a 75 dólares. No hace falta contar que la cantidad de dinero que llega al agricultor panameño es muy inferior.
Todo norteamericano que haya estudiado la historia de Panamá debe tenerla presente cuando se encuentre frente a una sandía del país centro americano. No se puede coger la sandía sin pedir permiso, y comérsela delante de los habitantes de la tierra en la que nace la sandía. Ocurrió en 1856, en la Bahía de Panamá un norteamericano llamado Jack Olivier le pidió un cacho de sandía a un agricultor panameño llamado José Manuel Luna. El yanqui se comió la fruta y cuando se iba a marchar el panameño le dijo que tenía que pagarle 5 centavos. El norteamericano y sus amigos borrachos discutieron con el agricultor y después de disparar al campesino salieron huyendo y se montaron en un tren. La víctima avisó a sus amigos que llegaron a tiempo de montarse en el tren y comenzó una pelea entre gringos y lugareños. Cuentan las crónicas que las revueltas provocadas a partir de la prepotencia del norteamericano que no pagó la sandía duraron tres días y ocasionaron casi 30 muertos, la mayoría norteamericanos. Se produjo un importante incidente diplomático entre Estados Unidos y Nueva Granada. Por primera vez Estados Unidos mandó un destacamento militar a la zona que se mantuvo el tiempo suficiente para demostrar quiénes mandaban en el istmo.
Los hechos se conocen como “el incidente de la tajada de Sandía”. Las vueltas que da la historia: 158 años después una multinacional petrolera pone sus ojos en las aguas que están frente a las costas de Canarias, también lugar de tránsito mundial como aquel istmo de Panamá. Y se les ocurre llamar “Sandía” al lugar donde envían un barco perforador para buscar oro negro debajo de las aguas. La población del lugar se rebela, las instituciones públicas dicen que esa sandía no se toca, que debe seguir siendo un lugar de vida de gran riqueza, un ecosistema de los más singulares del mundo.
La multinacional sigue adelante porque como Jack Olivier, tiene detrás a todo un gobierno y a su ejército. La primera crisis se saldó con varios activistas de Greenpeace heridos, igual que la primera víctima en la Bahía de Panamá fue el agricultor José Manuel. El Gobierno de Estados Unidos atribuyó la violencia a los panameños y pintó al ladrón de la sandía como una víctima. Pero la historia no se ha acabado. El próximo 30 de noviembre desde las costas de Lanzarote y Fuerteventura saldrá la flotilla Sandía. Decenas de barcos llenos de isleños que llevan tiempo pidiendo desde tierra que respeten sus mares irán a la zona de la Sandía. Volverán a hacerlo sin armas y de forma no violenta.
Se podrían hacer muchos paralelismos entre el incidente de la tajada de sandía en la Bahía de Panamá hace siglo y medio y lo que está ocurriendo estos días en las aguas canarias. La reacción de la Armada española ante las lanchas de Greenpeace se parece mucho a la soberbia y violencia que mostró el gringo Jack Olivier. Pero hay una diferencia importante, en este siglo XXI José Manuel ya no es aquel agricultor de Nueva Granada que levanta la voz y defiende su dignidad y a su tierra ante un gringo borracho. En esta fábula contemporánea de José Manuel y la sandía, Jack Olivier se ha metido en el cuerpo de José Manuel, y José Manuel es el nombre que representa exactamente todo lo contrario de lo que representó aquel campesino de la Bahía de Panamá que logró la solidaridad de sus paisanos tras la agresión de los forasteros que venían del Norte.
http://juanglujan.wordpress.com/
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