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lunes, 2 de noviembre de 2020

CARTA DE MI PERRO PINKY (e. p. d)

 


Artículo de Don Julio González Padrón

Mi querido Amo: 

Me animo a escribirte estas líneas porque hoy es mi cumpleaños y ya son demasiados  los que cumplo para no darme cuenta de que ese hasta luego, como a ti te gusta llamar a  la muerte, lo presiento cerca. 

Mi instinto canino me dice que ésta noche será la más larga. 

No quiero dejar pasar más tiempo sin decirte que me siento muy agradecido por tu  determinación de convertirte en mi amo. Sí, ya sé que la palabra “AMO” suena a  esclavitud, pero entre nosotros, ya sabes; semejante expresión nunca tuvo cabida. 

Quiero darte las gracias mi amo, porque supiste comprenderme cuando era pequeñito y  me compraste en aquella tienda del Puerto de Barcelona, donde un señor muy feo se  empeñaba en darme todos los días un baño de “anti pulgas” que olía muy mal.  Recordarás que estaba inquieto y me sentía triste, pues hacía pocos días que me habían  separado de mi Mamá y de mis hermanitos, e incluso recuerdo que lloraba sin cesar,  pero en tú camarote del Buque Tajo, me consolaste y me entendiste, y yo a cambio lo he  intentado contigo todos estos años que hemos estado juntos. 

Procuré estar a tu lado siempre que te encontrabas triste e intenté consolarte con la  misma lealtad que tú me mostrabas. 

Gracias mi Amo por aquel día que enfadado me pegaste y luego te arrepentiste. Te diré  que después de hacerlo lamí tu mano ejecutora, porque mi amor por ti era infinito y ese  aislado incidente no podía apartarme de ti. 

Gracias mi Amo por sentirte tantas veces orgulloso de mi, permitiéndome que me  echara a tus pies en el Puente de muestro Barco, o caminar a tu lado por los muelles  como tu sombra fiel. 

Siempre intenté ser reflejo de tu modo de ser y forma de educarme y, aunque en silencio  te decía: ¡Ayúdame a no defraudarte! ¡Háblame! Entiendo cada una de tus palabras  aunque no sepa contestarte en el mismo lenguaje. Aprende a leer en mis ojos y  comprenderás cuanto te quiero y entiendo. 

Gracias mi amo, por todas aquellas historias de la mar y de sus hombres que me  contabas y que siempre tenían un final feliz. 

Recuerdo especialmente las de aquella bella sirena a la que tu llamabas Virgen del  Carmen, y que me asegurabas que cuidaba de nosotros, para que los temporales no nos  hicieran daño.

También la del naufragio del buque Valbanera, que a mí me ponía muy triste, pero que  luego se me pasaba cuando terminaba la historia y me contabas que los náufragos  estaban ya mirándonos junto a Dios y desde el mismo cielo. 

Gracias mi amo por enseñarme a amar y respetar a la mar, así como a dominar el arte  de navegar  

Gracias mi Amo por ser una buena persona. 

Gracias mi amo porque he sido la envidia de otros perritos que no tuvieron la suerte de  tenerte como dueño.  

Cuando a lo lejos te veía venir, siempre me decía con mucha alegría en el alma: ¡Ese es  mi amo! Si, flaco y desgarbado, pero, ¡El más grande de los marinos! 

Gracias mi Amo porque fuiste mi mejor amigo en el barco y luego en tierra cuando tu  compañía decidió desembarcarte para que continuaras trabajando en sus oficinas del  Puerto de La Luz. 

Gracias mi amo, porque me permitiste seguir en contacto con esa mar que nos había  cautivado y no pasaba un día que no me llevaras a pasear a nuestra playa de Salinetas, a  nuestros riscos, a nuestra charca, donde tanto nos gustaba nadar juntos. 

Gracias mi Amo por crecer junto a mí y compartir tantas y tantas cosas. 

Como te comenté al principio de ésta, el día de mí partida hacia aquella estrella de la  constelación de Piscis que tanto te gustaba y que insistías en mostrarme una y otra  noche desde el puente del barco en las noches sin luna, la presiento cerca. Pero no te  preocupes, siempre te estaré mirando desde allí y tú me devolverás la mirada con esa  clásica , eterna y paternal sonrisa tuya que siempre tienes hacia mí. 

Te prometo que yo haré que brille más que las demás y que desprenda una luz especial,  para que cuando mires al cielo en las noches oscuras puedas encontrarme rápidamente  entre tantas y tantas otras. 

Gracias mi Amo porque sé que cumplirás mi última voluntad y es que no dejes mi cesta  vacía, hay otro cachorro esperándote, mi hijo "Chaval", al que llegarás amar tanto como  a mí. Es un diablillo, lo sé, pero con el tiempo llegará a ser un gran perro. 

Solo te pido que cuando vayas a dar sepultura a mi cuerpo lo hagas junto al mar, para  que quede cerca de mis dos amores terrenales: tú y el Atlántico hermano, como tú me  enseñaste a llamarlo. 

Gracias mi Amo por esta ultima caricia, que será lo único que me lleve y que mostraré  con orgullo a tu Dios, del que tanto y tantas veces me hablaste en vida, y que aunque  cueste creerlo, hoy me ha confesado que tambien es el mío. 

Por todo lo expuesto: ¡Gracias mi Amo! ¡Gracias Mar!

Tuyo siempre: 

PINKY. 

El que no crea que mi perro Pinky me escribió esta carta antes de morir, jamás podrá  entender lo que significa “amor y lealtad” en toda la extensión de la palabra. 

y es que el verdadero horizonte no está en la realidad, sino en nuestra mente 

He tenido después cinco perros más, (todos descendientes de él) pero realmente Pinky  era mi perro. 

Gracias Pinky, donde quieras que estés, porque me ayudaste a crecer por dentro. Tu amo, y amigo incondicional: 

Julio Cesar

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