A partir del 4 de abril 2016 Jennifer Morgan y Bunny McDiarmid serán las primeras mujeres en ocupar este cargo y las primeras en codirigir la organización internacional.
Bunny lleva 30 años dedicada a la organización ecologista, ha trabajado como activista, ha sido tripulante de barco y recientemente como directora ejecutiva de Greenpeace Nueva Zelanda. Bajo su liderazgo la oficina neozelandesa se convirtió en el motor innovador de la organización. Bunny ha navegado en casi todos los barcos de Greenpeace. Jennifer ha navegado en las altas esferas. En su cargo como directora global del Programa de Clima del Instituto de Recursos Mundiales tuvo que hacer frente a jefes de Estado y presidentes de empresa.
“Sabíamos que cualquiera de las dos haría un trabajo excelente ya que han demostrado ser grandes líderes, pero a ver lo maravillosamente que se complementaban sus aptitudes y experiencias, el conjunto de conocimientos que aportarían, y sabiendo los retos que supone este trabajo para una sola persona nos pusimos a estudiar la documentación que existe sobre el co-liderazgo y una cualidad que nos llamó poderosamente la atención fue la capacidad de adaptación. Así que decidimos aprovechar esta magnífica oportunidad y apostar por un co-liderazgo. Además es un paso coherente con los cambios que queremos ver en Greenpeace, dejar de ser una organización altamente jerarquizada y centralizada para ser una organización que lidera: una que empodera a todo el mundo y que comparte responsabilidades.” – ha declarado Ana Toni presidenta de la Junta Directiva.
Jennifer Morgan nació en Estados Unidos, vive en Alemania y obtuvo su master en Asuntos Internacionales en la American University. Recuerda perfectamente el día que encontró en la sala de estudiantes el libro Luchar por la Esperanza de Petra Kelly, la fundadora del Partido Verde alemán. “No me levanté del asiento en varias horas, lo leí de un tirón. Kelly relacionaba problemas sistemáticos con la necesidad de encontrar nuevos enfoques, hablaba del papel que juega la violencia en la sociedad y la importancia de volver a conectar con la naturaleza. Era como si alguien hubiera escrito todo lo que yo sentía y pensaba y que me resultaba imposible expresar. Me pareció muy valiente, se convirtió en un modelo a seguir que cambió mi vida.”
“Sé que esto suena un poco cursi pero trabajar para Greenpeace me resulta natural. He trabajado junto a personas importantes del Gobierno, he recorrido muchos pasillos corporativos pero Greenpeace tiene mucho más que ver con mis raíces. Además su independencia es una gran ventaja, su negativa a aceptar donaciones de los Gobiernos o empresas te permite actuar si tener miedo a ofender a nadie.”
Bunny McDiarmid nació en Nueva Zelanda y estudió en la Universidad de Canterbury donde intentó que su mundo tuviera algún tipo de sentido. Pero no encontró nada que la llenase hasta que con 21 años se encontró en un barco de madera con otras 12 personas preparándose para echarse a la mar y ella la encargada de remplazar la madera podrida que había por debajo de la línea de flotación. “No tenía conocimientos ni en carpintería ni en navegación, si hacía mi trabajo mal nos podíamos hundir. Pero mis compañeros confiaban en mí, creían que podía hacer el trabajo y allí en ese momento aprendí que puedes ser mucho más de lo que diga un pedazo de papel.” Bunny era una de las marineras a bordo del Rainbow Warrior cuando Greenpeace evacuó en 1985 a los habitantes de Rongelap ya que su isla natal se había contaminado por radiación debido a las pruebas de armas nucleares atmosféricas que se llevaban realizando durante décadas. “Vi la conexión entre la violencia a la que sometemos a la Tierra y la violencia a la que sometemos a las personas y lo poco que le importa a los que infligen el dolor. Rongelap era una pequeña metáfora de algo más grande que me llamaba y que me unió a las ideas por las que Greenpeace trabaja.”
Jennifer y Bunny se conocieron a través de una serie de encuentros que comenzaron en octubre y que propició Ana. Cuando se llegaron a conocer, a ver que sus visones, ideas sobre liderazgo, así como sus estilos centrados en las personas eran compatibles se sintieron totalmente cómodas la una con la otra.
“A las dos nos gusta potenciar la confianza. Las dos potenciamos que las distintas culturas se estimulen unas a otras de forma respetuosa. Las dos creemos que se pueden construir equipos altamente efectivos si se aprovecha la diversidad de pensamiento y enfoque” – declara Bunny.
Jennifer destaca que las mujeres son especialmente buenas compartiendo el poder –“somos buenas tendiendo puentes a la pluralidad, centrándonos en los resultados y en la causa. Y aunque hay muchos hombres que podían haber compartido el timón de Greenpeace, gracias a nuestro liderazgo Bunny y yo podemos empoderar a las jóvenes para que imaginen su mejor futuro posible; mostrarlas que pueden hacer cualquier cosa y estar a la altura de las circunstancias, ya sea dirigir Greenpeace o un Gobierno.”
A Jennifer se la ha considerado una “antiburócrata”, ha construido equipos ágiles dentro de grandes estructuras. “Se trata de contar con las personas adecuadas para el objetivo específico y no depender de estructuras u organigramas. Se trata de construir conjuntamente una visión, paso a paso, en vez de que te la imponga. No hay nada más gratificante para mí que crear las condiciones necesarias para que las personas puedan dar lo mejor de sí, eliminar los obstáculos que les impiden avanzar y ver cómo se ponen en marcha. Para una líder no hay mayor recompensa que ver como las personas con talento tienen éxito y brillan.”
Bunny y Jennifer quieren ambas que Greenpeace vuelva a estar en la vanguardia. “Las personas están deseando escuchar historias en las que puedan creer, que muestren una cara mejor de la humanidad, un futuro mejor y una conexión con la tierra, el aire y los océanos. Greenpeace está en la posición idónea para hacer esto. Trabajamos en el norte y en el sur, estamos comprometidos con la desobediencia civil y la acción directa no violenta, esto nos da una credibilidad única de la que muy pocas instituciones gozan y nos permite decir la verdad a los poderosos.”
“Lo que necesitamos” – continúa Bunny – “es crear un espacio creativo y encontrar la confianza para averiguar cómo combinamos y sumamos el poder de todo el mundo que cree en la idea de Greenpeace, no en la organización Greenpeace. La idea, no el ente. ¿Cómo combinamos nuestra creatividad rebelde con la creatividad rebelde de millones de personas y organizaciones de todo el mundo que creen en la posibilidad de un mundo mejor? ¿Cómo empoderamos y aceleramos eso con humildad y rapidez? “
“Ninguna de las dos sabe cómo será ese nuevo rumbo. Puede que sea distinto dependiendo del lugar. Pero si hay algo que marcará nuestro liderazgo será eso, probar nuevas cosas y trabajar toda la organización junta para encontrarlo”- concluye Jennifer.“Este enfoque es nuevo y me preocuparía si ninguna de las dos estuviésemos entusiasmadas y un poco asustadas” – añade Bunny –“Pero en cierta forma, el co-liderazgo no trata sólo de cómo nos vamos a dividir Jennifer y yo el trabajo de directora ejecutiva internacional, se trata también de compartir el liderazgo en las oficinas de Greenpeace de todo el mundo, de compartir el liderazgo con las personas que nos apoyan. Esto refleja cómo ha evolucionado el enfoque de Greenpeace Internacional, se trata de globalmente compartir el poder, la responsabilidad, hacer frente a los retos y sacar lo mejor de todos nosotros en un momento en que vivimos bajo amenazas medioambientales pero tenemos oportunidades existenciales.”
“Si sacamos lo mejor de cada uno, conseguiremos una organización mejor. Si sacamos lo mejor de la humanidad, conseguiremos un mundo mejor.
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