Texto de Carla Sánchez
Debía ser mitad de Diciembre, quizá antes, una conocida cadena, ponía varias veces al día un spot Navideño donde todos los trabajadores de sus estudios se iban pasando un regalo mientras bailaban el villancico “All I want for christmas is you”, yo miraba la tele indignada deseando que alguno se acabara tropezando con el regalo, la apagaba, respiraba hondo y pensaba…maldito sea el título de esta canción, porque lo único que yo quiero esta Navidad, ya no vuelve, no se puede pedir, esa fue mi primera gran ausencia.
Las ausencias navideñas, la falta física de alguien a quien quisimos o queremos y que aún necesitamos, enfada y desilusiona en cantidades idénticas al niño que llevamos dentro y además como niños contaminados porque ya somos adultos, no aceptamos esta situación tal y como es, siendo habitual los indignes de “Odio la navidad”, “Esto es un invento para consumir”, “Estas fiestas para mi ya no son lo mismo”. No culpo a nadie por sentirse así, a mi me pasa, es humano y normal que las ausencias nos marquen pero no que nos estigmaticen.
La primera gran ausencia de la navidad es la de nuestro propio sentido común, comprando cosas que sabemos de sobra no serán usadas pero lo hacemos “por tener un detallito con…”y sintiendo un hueco enorme en el pecho que en ocasiones roza la culpabilidad, porque alguien ya no está. Nuestro niño está tan enfadado que no nos deja ver que hubo otras épocas del año, con otro fondo que no sea un árbol, con otra música que no sean villancicos, en la que fuimos muy felices con esa persona, lanzándonos arena de la playa, pidiéndonos una caña o viendo un telefilm cualquiera, no era navidad, estábamos ahí y fuimos inmensamente felices, mientras hay cenas de noche buena con gente sonriente que no se soporta el resto del año.
Todo buen recuerdo es resultado de una vivencia, esa vivencia significa que estuvimos, y que ahora podemos decir, estuve, le quise, me reí, me abrazó, le entendí, le acaricié, le cogí la mano, nos miramos…y me siento afortunado/a de haber sido yo quien estuvo allí. Juguemos como niños e ilusionémonos, todos los días del año.
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