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domingo, 14 de diciembre de 2014

Pastillas para anestesiar la vida

Rocío Gil Grande | Madrid

Los pacientes lo reconocen. Teresa fue hace un mes al psicólogo de la Seguridad Social, recomendada por su médico de Atención Primaria, para consultar sobre la apatía que vivía desde hacía un mes. Tres minutos y medio más tarde, la psicóloga estaba recomendándole pastillas contra la ansiedad. Después de preguntarle por los efectos secundarios, rechazó las pastillas y la respuesta que obtuvo fue que se pagara un psicólogo privado.

Las consultas están desbordadas y así lo reconoce en una entrevista a ConSalud.es Alberto Ortiz Lobo, psiquiatra, quien añade que existe un doble fenómeno de “psicologización” y “psiquiatrización” de la vida. “Ambas (disciplinas) han vendido humo en este sentido: la posibilidad de que seamos siempre, si no felices, al menos que no tengamos que sufrir por los avatares de la vida cotidiana. En muchos casos los psiquiatras en vez de derivar al médico de atención primaria o indicar que no hace falta ningún tratamiento, prescriben pastillas”, reconoce.

Los últimos datos de la OCDE al respecto, que son de hace justo un año, son alarmantes. España se encuentra en el segundo país con mayor prescripción de pastillas psiquiátricas; de las 30 dosis diarias por cada 1.000 habitantes registradas en el año 2000 se ha pasado a 64 en 2011, aumentando además los últimos años de la crisis. 
Los psicólogos advierten de que estas pastillas no suponen más que un parche que aumenta la serotonina, o tranquiliza, pero que no resuelve el problema de fondo, que sigue existiendo cuando deja de tomarse la medicación. “Las pastillas psiquiátricas, cuando se administran de forma desaforada o de forma crónica, pueden producir más perjuicios que beneficios. También la psicoterapia tiene efectos adversos y no se puede dar de forma alegre a todas las personas que lo soliciten”.

El problema, dice, es la incipiente individualización de la sociedad, y que intentamos solucionar los problemas sociales (el paro, la crisis, etc.) con consultas individuales y “no nos damos muchas veces cuenta de que es la sociedad la que está enferma y a la que deberíamos de tratar”. Para el doctor, “parece que en esta sociedad no se puede sufrir, que tenemos que estar siempre felices y contentos”, cuando en realidad el sufrimiento es necesario para la supervivencia.

CÚANDO ES DEPRESIÓN Y CUÁNDO ES SOLO TRISTEZA

La verdadera utilidad de un tratamiento psiquiátrico radica en enfermedades diagnosticadas como los trastornos mentales del tipo esquizofrenia o bipolaridad, o en casos de depresión. El problema es que “no es fácil distinguir entre tristeza y depresión”. Por eso, explica, que diagnosticar esta enfermedad “tiene que ver con la proporcionalidad (de la emoción), con el significado de los sentimientos, con las circunstancias y que uno necesite tratamiento tiene también que ver con el apoyo, con el contexto, es algo complejo, muy singular de cada individuo y que hay que evaluar con cuidado”. Pone el ejemplo de la muerte de un familiar, donde un gran sufrimiento es algo normal, proporcional al hecho en sí; pero que “si yo de pronto me encuentro triste sin motivo y no puedo comer, no puedo dormir y eso no tiene un significado en absoluto, a lo mejor eso sí que puede ser una depresión”.

Por todo ello, concluye con una crítica a la presión social. “Cada vez nos exigimos más cosas; se exige más a nivel laboral y a la vez hay más dificultades para encontrar trabajo; hay más competitividad en todos los sectores y también tenemos menos recursos en cuanto a los lazos sociales”. 

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