Cada día observo como la vorágine de la vida nos va envolviendo, pasamos del lunes al fin de semana en un abrir y cerrar de ojos, cuando apenas comenzamos un mes vemos con asombro que ya estamos a la mitad.
Al llegar el primer mes del año nos hacemos la ilusión de que nos dará tiempo para llevar a cabo muchos sueños y proyectos, sin embargo todo o casi todo queda a medias o sin comenzar ya que los días pasan vertiginosamente y, sin apenas darnos cuenta van pasando los meses hasta que de nuevo tenemos la Navidad a las puertas.
Mi humilde teoría es que adelantamos acontecimientos con mucho tiempo de antelación, llegamos al lunes y ya pensamos en lo que haremos el sábado. Las fiestas se promocionan dos meses antes y desde noviembre ya nos hablan del cartel del carnaval.
Nos empujan a comprar en el black friday o viernes negro, desde septiembre nos anuncian los turrones y juguetes, nos invitan a reservar mesa para el día 31 de diciembre, y así, un suma y sigue de prisas y adelantos para no perdernos nada.
No sé si me influye la edad pero pienso que antes los días nos parecían más grandes, nos daba tiempo para hacer más cosas aún sabiendo que no teníamos los electrodomésticos con los que contamos ahora.
Antes se lavaba a mano, se cocinaba en cocinillas de petroleo, se planchaba con planchas de carbón y a pesar de tener doble trabajo, las semanas se llegaban a hacer largas y daba tiempo para todo.
Bien es verdad que no teníamos más que la radio para entretenernos hoy nos dominan el móvil y todas las redes sociales a las que estemos adscritos.
Pero esto es lo que nos ha tocado vivir, procuremos hacerlo lo mejor posible.
María Sánchez.
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