Artículo de opinión.
Cuando la incompetencia política se convierte en la mayor emergencia nacional
España arde, se inunda, se apaga y se detiene en las vías muertas de la desidia. Cada desastre natural —incendios, DANAs, apagones, trenes varados…— deja al descubierto lo que ya es evidente: la clase política ha convertido la incompetencia en un hábito impune, mientras los ciudadanos pagan las consecuencias de un país a la deriva.
España se quema, literalmente, mientras la clase política discute de sillones, competencias y titulares. La tragedia de los incendios vuelve a mostrar lo que todos sabemos y nadie quiere reconocer: la incompetencia política en este país nunca tiene consecuencias. Se da por hecho, como una rutina nacional, que el político defenderá su asiento antes que a los ciudadanos que lo sostienen con sus impuestos.
Vivimos en un país donde el poder no se fiscaliza. No existe control real ni exigencia de responsabilidades. La única “rendición de cuentas” llega cada cuatro años, cuando ya la desgracia se ha diluido en la memoria colectiva y nos dejamos arrastrar de nuevo por el mismo discurso vacío, la misma palabrería que hoy promete y mañana se olvida.
España ha normalizado la decadencia. Una DANA nos inunda, un apagón nos paraliza, los trenes no llegan, los incendios arrasan… y la respuesta institucional siempre es la misma: reproches entre administraciones, guerras de declaraciones y cero soluciones. ¿Debemos resignarnos a que nuestro país se hunda en una inercia de mediocridad permanente?
El barco va a la deriva, y quienes tienen el timón lo utilizan como juguete personal. La incompetencia y la irresponsabilidad política se reparten entre gobiernos, comunidades y ayuntamientos, como si la culpa fuera una pelota caliente que nadie quiere sostener. Mientras tanto, España se ahoga, se apaga, se quema y se queda detenida en unas vías muertas.
Es una vergüenza escuchar hablar de competencias cuando la urgencia es salvar vidas, hogares y bosques. Los pirómanos ya no son solo quienes prenden fuego al monte: los auténticos pirómanos son quienes ostentan el poder, porque con su incompetencia y dejadez alimentan la llama que nos devora.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos? ¿Callar y esperar? ¿O salir a la calle, gritar “hasta aquí hemos llegado” y que tiemblen los muros del Parlamento? La indignación del pueblo no puede quedarse en el pataleo momentáneo, ni en el desahogo en redes sociales. Ha llegado el momento de llevarla hasta la puerta misma de quienes ocupan cargos solo para usarlos como trampolín, nunca como servicio.
España no se salvará con discursos ni con campañas electorales: solo la salvarán los españoles. Cuando la indignación se convierta en acción, cuando la sociedad civil deje de aceptar la mentira como norma y la incompetencia como paisaje, entonces, y solo entonces, empezaremos a recuperar un país que hoy, a ojos de todos, NO FUNCIONA.Teldehabla.com no se hace responsable de las opiniones
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