La caridad existe y es, gracias a ella, por lo que tantos y tantos no se van a la cama con el estómago vacío.
Lo que antes era lujo se convierte en necesidad, lo que por capricho se desechaba hoy se busca desesperadamente. No han pasado muchos años cuando veíamos todo tipo de enseres abandonados en la basura o tirados en los barrancos. Sin embargo, ahora, se les saca el jugo todo lo que se puede hasta que ya no da más de sí y terminan en los contenedores de basura.
No es motivo de alegría ver la circunstancia por la que están pasando muchas personas incluidos, y esto es lo más tristes, niños que pasan literalmente hambre. Aun así y, como dice el refrán, “no hay mal que por bien no venga” esta situación ha hecho que aquellas personas que sólo compraban las marcas más conocidas, siendo además las de coste más alto, han tenido que acostumbrarse a comer lo que se les da en los diferentes centros de caritas, AA.VV., familia e incluso amigos.
Esto les servirá de lección a más de uno que no comían un yogurt por haber pasado un día de caducidad, que tiraban el pan del día anterior o que consideraban que la carne congelada era de peor calidad. La leche que tomaban en su casa era la de ese señor con nombre famoso.
Sin embargo, en la actualidad, esas mismas personas ya no miran las fechas con lupa, ni desprecian un producto del que jamás conocieron su nombre. Toman la leche que les ponen en las manos, recibiéndola con el mayor agrado.
Como digo en el titular la caridad existe y es, gracias a ella, por lo que tantos y tantos no se van a la cama con el estómago vacío. Para los centros referidos anteriormente, no siempre resulta fácil lograr llenar unas bolsas de comida con las que ayudar al más necesitado.
Se recurre a todo tipo de estrategias para lograr el fin deseado. Desde rifas a excursiones, ventas de manualidades, bingos solidarios, cenas, donde para acudir a ellas aparte de la cuota, te piden un kilo de comida.
Sólo deseo que la solidaridad no muera, que no dé un paso atrás. Pido a las personas que, de un modo u otro, puedan aportar un granito de arena que lo haga para, entre todos, hacer una enorme montaña de amor al prójimo.
No nos paremos en señalarles con el dedo y mucho menos en condenarles. Simplemente que nos sirva a todos de lección y no olvidemos este otro refrán, “Más alta es la palmera y el suelo vino a barrer”
fuente: http://www.canariasopina.com.es/articulo/21368
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