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martes, 26 de septiembre de 2017

“Cuñi’, se me fue de las manos; la estrangulé”




La madre y la hermana de Yurena López, la joven estrangulada por su pareja en Lomo Magullo, relatan el drama sufrido por la víctima.
Lidia Esther Henríquez y Vanesa López Henríguez, la madre y la hermana de la joven de 23 años Yurena López, asesinada en Telde a manos de quien había sido su pareja sentimental durante años, reconstruyen los últimos días de vida de la víctima, hablan del encuentro cara a cara con el asesino y lamentan no haber actuado ante los abusos que sufría su niña. “Muchos sabían lo que sufría mi hija y no hicieron nada”, denuncia la madre de Yure.

Lidia Esther Henríquez 46 años, es la madre de Yurena López Henríquez, la joven de 23 años que el 31 de marzo de este año, hace seis meses, fue estrangulada por su pareja sentimental, Víctor Ayose Gil González, de 34, en un invernadero de Lomo Magullo, en Telde. Vanesa es su hermana; tres años mayor. Rotas por el dolor, estas dos mujeres construyen el relato de un horror: Lidia como madre, Vanesa como la persona a la que el asesino, camino de comisaria para entregarse, la llamó, la subió al coche y le contestó cara a cara a sus vehementes preguntas: “¿Dónde está mi hermana, dónde está mi hermana?”, le dijo. “Se me fue de las manos, ‘cuñi’. La estrangulé”.
Es la primera vez que ambas hablan de un suceso que nos conmocionó a todos: el asesinato de su hija. “No puedo callar más, no puedo, no podemos callar más”. Varias horas de entrevista dan una idea de su necesidad de contar, de preguntar, de reprochar y de hablar una de su hija y otra de su hermana estrangulada. Hablan sin orden; lo quieren contar todo y las lágrimas las atropellan. Entrar en su modesta vivienda es entrar en el santuario de la joven que les mataron: velas, fotos, flores, muñecos, ropa. Hablan de Yurena como si ella estuviera presente en cada rincón de la casa. Un dato que habla por sí solo de su dolor es la decisión de la madre para que las fotos que ilustran este reportaje se hicieran en el cementerio, en la tumba de su hija, que Lidia visita cada día y con quien habla quizás más que cuando estaba viva.
Tratamos de persuadirla de la dureza de esas imágenes y fracasamos. Es lo que Lidia quería y Vanesa la respeta. Muestran videos de Yurena bailando, jugando con su único sobrino, feliz en la casa de su madre junto a su única hermana. La larga conversación se desarrolla en la cocina de la vivienda con Vanesa vigilante para que la rabia y el dolor que su madre tiene dentro no le anime a contar lo que no puede probar “pero que yo sé que fue así”, afirma Lidia.
“Yo lo voy a contar todo para que se sepa la verdad de una vez. No aguanto más. Mira, a mi hija la mataron un viernes a las 12.00h. El martes me llamó y me dijo que se quería venir a casa y peguntó si podía volver a hacerlo. “Mamá, lo estoy pasando muy mal”, me dijo con mucha tristeza. Yo le pregunté qué quería decir, a que se refería y me contestó: “Mamá yo no quiero llorar pero lo menos grave que me ha pasado es que he abortado”. Cuando la escuché tan tan mal”, recuerda Lidia, “le dije que iba a buscarla pero ell me lo impidió: “No mamá; yo quiero coger mis cosas, quiero llevarme a mi perro, todo, sin que él (Ayose, quien acabaría con su vida) sepa que me voy ni a dónde me voy”. Esa noche”, rememora la madre, “me la pasé en vela pensando en lo que podía estar pasando esa criatura en la casa de quien no era ni su novio, porque ya no lo era”.
Vanesa habla de su hermana y de vez en cuando se seca las lágrimas. Hacía como un año que Yurena se había alejado de la casa familiar pero “ya nosotros siempre nos acercábamos a sus amigas para saber de su vida. Y así supimos que estaba viviendo con una amiga en Las Remudas, luego con otras y donde trabajaba”.
“Yurena siempre fue una chica rebelde, de carácter fuerte, pero muy simpática”, continúa contando en la cocina de la vivienda de su madre. “A su asesino lo conoció en el gimnasio, pero siempre como amigo. Pasó que ella tuvo un enfado tonto con nosotras pero yo, como madre, trataba de recuperarla pero en eso apareció ese tipo en su vida”.
“Yo, como madre y mujer maltratada, observaba en él actitudes violentas hacia Yurena. Posesivo, agresivo, amenazante. Yo veía en él a una pareja que yo tuve que también me maltrató así que viendo lo que había visto, los pasos que daba los pensaba mucho. Imagínate: me decía que mi hija estaba loca y muchas cosas más. Para no alejarme de Yurena un día le pregunté a la madre de Ayose si era verdad que mi hija vivía en su casa con su hijo. “Sí. Y está como una reina, no le falta de nada”, contestó”. Los padres de Ayose vivían en la primera planta y la pareja en el sótano “pero todo se escuchaba”.
Dice Vanesa que le tenía aprecio a su cuñado, que la llamaba “cuñi”, y que como su hermana no le contaba nada, “pues yo lo veía nervioso exigente y tal pero nada más”. Hoy le da mucha pena no haber podido sacer de aquellas garras a su querida Yurena.
La última semana de marzo (la mató el 31 de ese mes) Lidia llamó a su hija y la notó muy rara, como evitando la conversación y deseando cortar el teléfono.
“Poco después recibí un mensaje de texto de Yurena que me dice: “Loca, que él está aquí. Disimula que me hace poner manos libres y escucha la conversación. Ya está todo claro; dice que me pagará lo que me debe del trabajo en las tierras y que me ayudará a montar la casa en la que vaya a vivir. Sabe que nuestra relación hace tiempo que está rota así que todo bien, mamá”.
Pero Lidia, desesperada y temiendo que algo malo pasaba llamó a su ex marido, padre de Yurena y le dijo: “Acompáñame a buscar a la niña”, pero eso no pasó por la opinión de otra persona, su pareja, que consideró que aquello eran las discusiones típicas de pareja. “No te metas por medio”, dice que le dijo.
Estamos en el jueves por la mañana de aquellos últimos días de vida de Yurena. Esa mañana Lidia estaba feliz porque al fin, esa noche, su hija dormiría en casa. Pero no. Al día siguiente, viernes, la pareja de Yure la estranguló.
“¿Dónde está mi hermana?”
Vanesa vivió la tarde del 31 de marzo unas escenas que no olvidará en la vida. Imposible. La relación con su cuñado Ayose, era buena dado que desconocía lo que estaba sufriendo su hermana Yurena con su pareja. Ese día, viernes, tanto ella como su madre Lidia, estaban felices porque la joven volvía a casa. Pero la llegada se retrasaba y comenzaron las llamadas de teléfono para saber qué pasaba, cuál era la causa del retraso teniendo en cuenta que Yurena ya tenía en su ropero de la casa materna bolsas de ropa que se había traído de la vivienda que compartía con quien sería su asesino.
A media tarde, Vanesa recibió una llamada de Víctor Ayose que le preguntaba dónde estaba. Su pregunta nerviosa fue otra pregunta:”¿Dónde está mi hermana?”. “Te paso a buscar”, le dijo Ayose. “Cuando me subí al coche vi que en el asiento trasero estaba la madre de Ayose”, recuerda Vanesa. “Al intentar saludar a mi cuñado como hacia siempre él se separó levemente de mi”. “¿Dónde está mi hermana?”, insistió la joven. En el trayecto, camino de la Comisaría a donde Ayose se dirigía para entregarse, le dijo con frialdad: “Cuñi, se me fue de las manos?”. Vanesa lanzó de nuevo la misma pregunta queriendo saber qué pasaba con Yurena. “La estrangulé, cuñi, la estrangulé”.
Imaginen la escena. Gritos y llantos. Vanesa pensando en su hermana, en acudir lo antes posible a la casa para ver qué había pasado. Aprovechó un paso de peatones y se tiró del coche, propiedad de la madre de Ayose, que era el que conducía, con el fin de llegar lo antes posible a la zona en la que vivía su Yurena: “No me preguntes por qué pero desde que llegué y vi el coche de Ayose aparcado y la zona acordonada por la Policía grité para que abrieran el portabultos, en la certeza de que mi hermana estaba dentro. Lo sabía. Algo me lo decía. Tardaron en abrirlo porque la llave la tenía la madre de Ayose. Cuando llegó y lo abrieron se confirmaron mis sospechas. Yo no pude ver el cuerpo de mi hermana porque la policía colocó unas sábanas, pero allí estaba ella sin vida”.
Dos horas sin vida
A Vanesa le atormenta pensar si su hermana pudo salvar la vida de haberla sacado antes del coche pero hoy sabe que cuando ella llegó a la zona, cinco y media de la tarde, su hermana llevaba más de dos sin vida. El estrangulamiento le causó la muerte inmediata, dicen los informes forenses y relatan Vanesa y Lidia, su madre. Hoy también saben que el asesino y un posible cómplice tuvieron intención de enterrarla en el invernadero; de hecho se investiga la compra de dos palas en un comercio cercano así como rollos de cinta aislante.
“Hay muchos ojos que miraron para otro lado”, dice la familia de la víctima. “Nos hemos sentido abandonados por las autoridades municipales y los Servicios Sociales. Sin ir más lejos hoy sabemos que Yurena le contó la situación que vivía a su médico del Centro de Salud de San Gregorio pero el galeno no lo denunció”, concluyen.
El crimen
Yurena del Carmen López, vecina de Telde de 23 años, falleció estrangulada por su pareja sentimental Víctor Ayose Gil, de 34 años, el 31 de marzo de 2017 en el invernadero familiar de los padres del presunto asesino en Lomo Magullo (Telde). Tras una de las tantas discusiones que mantenían, agredió a su pareja y acabó estrangulándola, lo que no le costó apenas esfuerzo físico dado su corpulencia. Ayoze Gil era asiduo practicante de King Boxing y de boxeo clásico. Tras la mortal agresión colocó el cuerpo de Yurena, su compañera sentimental -aunque ya habían roto-, en el portabultos de su propio coche donde sería encontrado seis horas después ya sin vida. El presunto asesino, en prisión, utilizó cinta aislante para embalar el cuerpo; se investiga, asimismo, quién compró la cinta aislante y si, tal como se sospecha, la opción primera del presunto asesino, y parece que de alguien más, fue enterrar a Yurena en el invernadero donde ambos trabajaban.
Luego, Víctor Ayose Gil llamó a un amigo que era “como su hermano”, que está siendo investigado por la muerte de Yurena por si pudiera demostrarse su complicidad en el crimen. Víctor Ayose una vez que guardó el cadáver de Yurena en el portabultos del coche de su familia, se dirigió a casa de su madre donde contó lo sucedido. La madre llamó a un abogado amigo que le aconsejó que se entregara de inmediato. La mujer convenció a su hijo para que la acompañara a la comisaría de la Policía Nacional de Telde, donde repitió su confesión ante los funcionarios y finalmente fue detenido.
FUENTE. https://marisolayalablog.wordpress.com/2017/09/24/cuni-se-me-fue-de-las-manos-la-estrangule/#more-543

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