En más de una ocasión, me asombra la facilidad con
la que podemos hacer un sinfín de actos sólo con mover un dedo. Con un dedo
encendemos la lavadora, la cafetera eléctrica, o la placa donde cocinamos
nuestras comidas.
Las nuevas tecnologías nos proporcionan tantas y tan
variopintas comodidades que hasta un robot nos puede limpiar la casa, encender y
apagar las luces o cerrar y abrir las persianas de nuestra casa.
Nos vemos rodeados de tantos inventos, que ya pienso
si llegará un momento en el que una máquina podrá pensar por mí, decidir lo que
voy a comer o la ropa con la que me vestiré. Sin olvidar que esto ya nos está sucediendo
a través de los medios de comunicación, quienes nos inculcan todo lo que esta o
aquella marca quiere vender.
Centrándome en los móviles, pienso que estos se llevan
la palma en cuanto a ponernos fácil lo de expresar lo que sentimos o deseamos decir.
Es en Wasap donde podemos decir más cosas con menos palabras. Una carita
redonda y sonriente, le dice a nuestro interlocutor que estamos contentos,
tristes o cabreados. Podemos mandar todos los besos que nos apetezca o decirle
a la otra persona que nos caemos de sueño, y todo, con un dedo.
Estas caras que usamos tanto tienen el doble de años
que más de una de las personas que la usan a diario una y mil veces.
La primera en aparecer fue la carita redonda y con
sonrisa de oreja a oreja nació, nada más y nada menos que en 1982, con lo que hoy
tienen 36 años. A esta le siguieron otras más llegándose a contar por
centenares. Nacieron de la mente de Scott E. Fahlman, profesor de investigación
de Universidad y experto en inteligencia artificial.
Su revolucionario invento ha logrado vencer las
limitaciones que tenemos para expresar nuestras emociones al escribir.
María Sánchez.
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