La expresión SEMBRAR CIZAÑA se aplica a quien pone a unos contra otros a base de artimañas
Desde que el mundo es mundo siempre ha existido la persona que se relame por meter fuego entre los vecinos, la familia o los amigos.
Actúan como la célebre serpiente del Edén que entre siseo y siseo sembró el desbarajuste que luego hemos pagado todos con el pecado original.
Ellas no se cuelgan del manzano, pero, a través del balcón o el teléfono van dejando su mala baba, de modo y manera que llega a poner en contra a todo aquel que se le pone entre ceja y ceja.
Su manera de tentar, como la citada serpiente, es sutil y disimulada.
Con la boca torcida, en un digo y no digo, te suelta cuando se cruza contigo- “¿Qué te paso ayer que llegaste tan tarde de la noche?
De este modo empieza a sembrar la cizaña que, como es de suponer no para ahí, sino que contará la misma historia, más lo que le agrega, a todo el que caiga en sus redes.
Para mí que, estas serpientes con piel humana, lo primero que le viene a la cabeza desde el alba de Jesucristo es pensar ¿A quién le hago daño hoy?
Estas personas se pasan su vida con el corre ve y dile sin respetar siquiera a su propia familia.
Tienen un don de palabra digno del mejor orador, gran poder de convencimiento del que se saben poseedores, carecen de dignidad y vergüenza, hasta el extremo que no dudan en saludarte aun cuando, ya descubierta su trasmallería, le niegas el saludo.
Cuando te cruzas con ella por la calle y pasas a su lado sin dedicarle una palabra te mira con cara de mosca muerta y, haciéndose la “sonsita” dicen “¿Qué le pasará a mi vecina que no me dice ni adiós?
Líbrenos Dios de una persona con la lengua más afilada que una espada Toledana, pues como bien decía mi madre “una mujer mala de cuerpo da sus cuentas a Dios una mala de lengua desbarata un pueblo
La expresión SEMBRAR CIZAÑA se aplica a quien pone a unos contra otros a base de artimañas.
Tiene su origen en la cizaña, una planta graminácea que, si crecía con el trigo “contagiaba” la harina con una sustancia tóxica que provocaba la muerte de quienes ingerían el pan hecho con ella.
Muchos enemigos solían sembrarla furtivamente para arruinar las cosechas de quienes consideraban sus enemigos.
fuente: http://www.canariasopina.com.es/articulo/21784
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