Director: Juan Carlos Melian Naranjo. contacto: teldehabla@gmail.com

martes, 10 de octubre de 2017

'Costumbres de mi tierra'. "Las Lavanderas"·




-María Sánchez:

Hasta bien entrado el siglo XXI era frecuente ver a las mujeres lavar en la acequias o cantoneras, lugares estos por donde discurría el agua que se utilizaba para regar las tierras de labor
El primer trabajo de estas hacendosas mujeres era hacerse con una buena piedra que les proporcionara un fácil refriego de la ropa. Una vez tenían la mejor procuraban marcarla para que el resto supiera que ya tenía dueña: esto era sagrado para todas, salvo para aquella que llegaba con ganas de jarana y se encaprichaba en cogerla.
Casi al amanecer se las veía caminar hacia la acequia con los barreños llenos de ropa mientras en la mano llevaban un balde con el jabón, añil o lejía.
Aquellas que tenían niños acudían cada día mientras otras lo hacían una o dos veces por semana para lavar las sábanas, siempre la de abajo pues no estaba la economía para cambiar las dos a la vez, amén de toda la ropa de la casa.
Lo primero era poner a remojo aquellas piezas con más suciedad para posteriormente tenderlas al sol encima de las piedras. De vez en cuando se las rociaba para que fueran blanqueando mientras se iba lavando la de color que siempre facilitaba el trabajo.
Toda esta labor estaba acompañada por charlas, chistes e incluso alguna canción picada lo que hacía que las horas pasaran más rápidas y menos pesadas pues pasaban todo el día a pie de acequia. Muchas se llevaban la comida o eran sus hijos mayores los que se las acercaban.
Además de luchar con las inclemencias del tiempo, estas jabatas del lavado lo hacían con los regantes, quienes se oponían implícitamente al uso de la lejía, el añil o cualquier otro producto que pudiera perjudicar los productos que se fueran a regar.
La llegada de la lavadora fue recibida por las mujeres como agua del cielo, aunque algunas lo hicieron no sin cierta reticencia ante lo desconocido. No tenían muy claro que aquel cachivache fuera capaz de lavar como lo hacían ellas, dejando la ropa como el alba de Dios.
Las acequias más frecuentadas en la ciudad de Telde eran las del Roque, las del barranco Real en San José de las Longueras o las cantoneras del Campillo y Picachos.
Como anécdota les dejaré unas frases de una obra costumbrista de la que soy autora, y que viene a cuento con este artículo.
La abuela le dice al nieto “Échale un rocío a los calzoncillos de tu abuelo”
El nieto contesta “Ese no blanquea ni por Dios, porque como se limpia con periódicos, en la parte de atrás tiene una cruz y delante, bien clarito, dice descanse en paz.

fuente:  http://www.canariasopina.com.es/articulo/21887

No hay comentarios:

Publicar un comentario