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lunes, 20 de enero de 2014

El valle escondido de la cochinilla


Antoñita García mantiene vivo el arte que le enseñó su abuela de recoger el oro rojo de las tuneras



Los vecinos de Vallebrón recuerdan desde su localidad norteña la gran actividad agrícola y ganadera que tuvo este valle en los siglos XIX y XX. Uno de los vecinos más mayores es Pepe Fuentes de León, que con 90 años conserva una vitalidad ejemplar y cuenta con todo detalle su aventura de dar con un gran pozo de agua que permitió cultivar hortalizas, legumbres, cereales y frutas para abastecer a toda la zona. Gracias a su agua se construyeron incluso los hoteles de las dunas de Corralejo. Además, este pago se ha caracterizado por la recogida de la cochinilla, una actividad que todavía se conserva.
Vallebrón es uno de los pocos pueblos majoreros que conserva el encanto y aspecto de hace un siglo con unas treinta casitas. Un núcleo aislado del municipio de La Oliva, a unos 250 metros de altitud, que ha vivido de la agricultura y ganadería. Sus dos tesoros son la cochinilla y el agua. Antiguamente las familias se dedicaban a la recogida de la cochinilla en las numerosas tuneras que florecían en el valle. Un trabajo que todavía conservan algunas mujeres como Antoñita García Camacho, a sus 67 años de edad, que aprendió este arte de su abuela y de su tía. "Hay gente experta mayor muy experta porque tenemos una cochinilla de buena calidad y antes venía gente de Las Palmas y de otras islas a comprarla para comerciar con ella, y siguen viniendo todavía, a pesar de que siempre se ha cotizado como el oro, y era un dinero para las familias del pueblo", asegura esta agricultora.
Entre las anécdotas de su infancia recuerda como las mujeres "se empapelaban los pies y se ponían maniquetes en la recogida en las tuneras, y luego se hacían saquitos y se colgaban en la misma penca para que soltara el bicho", explica con todo detalle. García guarda en su almacén varios montones dispuestos para su venta "porque siempre viene alguien interesado en comprarla". Una mujer de campo que se levanta cada día temprano y trabaja sin parar en su gavia, sus tuneras y gallinas.
Antoñita y su marido Marcial residen en el antiguo colegio de Vallebrón y siempre han regentado la cantina, que era famosa por su deliciosa carne de cabra que cocinaban en las fiestas de San Juan.
Esta familia define a Vallebrón como "un pueblo rico y próspero porque se cultivaban muchas hectáreas de hortalizas, frutas, legumbres y cereales gracias a que tuvimos agua y una tierra muy fértil".
Un pueblo de pastores con grandes rebaños de cabras, corderos, vacas y bueyes del país, y donde los burros y camellos ejercían un papel fundamental en estas labores. Una localidad en la que los vecinos son muy longevos porque han tenido una alimentación muy sana gracias a los tunos, higos secos, almendras, granadas, gofio de trigo millo y cebada, y el quesito.
Juan Vera fue uno de los vecinos que destacó por la elaboración y venta de su queso de cabra de calidad y en la actualidad su nieto Daniel ha heredado este oficio con grandes innovaciones.
También Pepe Fuentes de León pasea con una gran vitalidad y entusiasmo por el núcleo rural, a sus 90 años, y cuenta infinidad de anécdotas de este valle norteño. "De niño íbamos al colegio de La Oliva, a cinco kilómetros, corriendo, y regresábamos a casa para cuidar del ganado y trabajar duro en el campo y en casa, pero fueron años muy felices y de gran convivencia", recuerda.
Este caserío se divide en valle Chico y valle Grande y la Montaña de Enmedio, por ello los vecinos crearon hace dos años la Asociación Montaña de Enmedio de Vallebrón y lograron la instalación de fibra óptica para tener Internet.
Paisaje abandonado
"Hace unos 20 años se firmó el documento para que Vallebrón fuera un espacio protegido, y entre las condiciones que se pusieron fue la recuperación de sus bancales, la plantaciones de árboles frutales tradicionales y la recuperación de los muros de piedra que forman parte del paisaje histórico de Vallebrón", explican los vecinos. Sin embargo, los residentes se quejan de que "casi nada de lo pactado se ha cumplido y el paisaje se halla bastante abandonado".
Los vecinos renunciaron a especular con los terrenos de la montaña para conservar este entorno virgen y natural, "y lamentamos que ni los políticos ni el Cabildo, ni otras instituciones se acuerde de la importancia de este núcleo rural y su paisaje protegido".
Itziar Fernández
Publicado en La Provincia/Diario de Las Palmas, lunes día 20-01-14

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