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martes, 15 de octubre de 2013

Las Canteras en Tenerife















AUTORA : MARÍA SÁNCHEZ LOZANO 


Nunca he sido de las que dan mucho pábulo al pleito insular. En mi opinión, no hay nada como vivir unos años lejos del lugar en el que ha transcurrido nuestra infancia, y especialmente si ese lugar es una isla, como es el caso, para sacudirse los prejuicios y arrancarse las orejeras de burro que nos impiden ver el mundo en toda su anchura, haciéndonos creer erróneamente que lo nuestro no es sólo lo mejor, sino también lo único. No obstante, también soy perfectamente consciente de que la rivalidad entre vecinos existe y ha existido siempre: los de Valleseco con los de Teror, los de San Mateo con los de Sta. Brígida, o los de Villarriba con los de Villabajo son ya todo un clásico. Pero también Bilbao con San Sebastián, Cádiz con Sevilla, Cáceres con Badajoz, y si somos capaces de alejar todavía un poco más la perspectiva, como hacen en esas películas en las que finalmente la cámara “muestra” el globo terráqueo en su inmensidad azul, girando lentamente en el espacio, también Francia e Inglaterra, China y Japón, Argentina y Chile… La lista es tan larga como países hay en el mundo, como ciudades en el país, como localidades en la provincia…

Supongo que no es difícil de entender. El conflicto que nace de la vecindad con excesiva cercanía y su dificultad para definir con claridad los límites de ambos vecinos, con sus derechos y deberes, unido a la naturaleza intrínsecamente competitiva de esta especie nuestra se traducen, inevitablemente, en discordias tan ácidas y arraigadas que pueden llegar a terminar como el rosario de la aurora. Y si no que se lo digan a palestinos e israelitas.
Sin embargo, estoy convencida de que la capacidad para valorar las virtudes y los actos de generosidad y tolerar los defectos y las imprudencias tanto de personas como de organizaciones o comunidades es propia de individuos, no sé si más inteligentes, pero desde luego sí más optimistas y, por lo tanto, y esto no lo digo yo, sino que está más que demostrado, más felices y capaces de vivir y convivir en armonía.
Ahora bien, lo de nuestros vecinos de enfrente con el asuntito de la promoción turística de su isla ya pasa de castaño oscuro.
¿Lo último? Que no lo primero ni lo segundo, porque llevan ya reincidiendo bastantes años: el uso flagrante de una foto a todo color de nuestra maravillosa playa de Las Canteras para publicitar unas vacaciones en el Puerto de la Cruz, Tenerife. Y se quedan tan anchos.
Y digo yo: ¿la publicidad engañosa no es un delito? ¿Es que ni el Cabildo de Gran Canaria ni la Consejería de Turismo tienen nada que decir al respecto? ¿O es que son ellos mismos los que promueven este tipo de absurdas y desde luego vergonzosas confusiones promocionando indiscriminadamente distintas imágenes de las islas sin su debida identificación?
Mientras tanto, no puedo menos que lanzar un mensaje a nuestros vecinos chicharreros, y en este caso se tienen más que merecido el sobrenombre: Señores, si quieren hacer publicidad del Puerto de la Cruz o cualquier otro hermoso enclave de su bella isla recurran a una foto del Teide, que tan bonito que es, o del Lago Martiánez, una maravilla, oigan, o saquen a Las Teresitas, que aunque a unos cuantos kilómetros del Puerto de la Cruz, al menos está en Tenerife, pero dejen de engañar a sus visitantes con imágenes de una playa que es uno de los indiscutibles símbolos de la ciudad de Las Palmas y de la isla de Gran Canaria. Que ya está bien, hombre.

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