Cada vez con más frecuencia, son muchos los agricultores que han decidido ser sus propios vendedores, no contar con los intermediarios, ser ellos mismos los que vendan y pongan precio a sus productos.
Todos conocemos los momentos amargos y tristes en los que el cosechero se ha visto obligado a dejar que el producto se estropee en las tierras o dejar que los animales se alimenten de ellos.
No dejando de entender la actitud del mediador en subir los precios por las posibles perdidas que puedan tener, son muchos también, los que pretender comprar a cincuenta céntimos para vender a dos euros.
El lógico que éste luche por sus ganancias pero, hay que tener en cuenta el gasto que ha tenido la persona que ha cosechado el producto, las perdidas que le supone la escasez de agua y, en consecuencia, el precio a la que se ven obligados a comprarla.
No es de recibo que nuestros plátanos se hayan vendido al precio de cuatro euros
pues a fin de cuentas, el más perjudicado es el aquel que va al mercado y sale de el con monedero vacío y el carro de la compra medio lleno.
Sería, por lo tanto una solución ante estos abusos de algunos intermediarios, que existiera un consenso entre el cosechero y el intermediario.
María Sánchez
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