¿Qué ha cambiado de ayer a hoy, en el comportamiento gestual de los candidatos?
José Antonio Cabrera. ASSOPRESS
Cristina Jiménez, Sinergóloga experta en detección de la veracidad y Pedro Cárdenas, Sinergólogo. experto en negociación y ventas, que ya comentaron sus conclusiones, en materia de comportamiento no verbal, del debate de RTVE., prometiereno que harían lo mismo con el de ATRESMEDIA de anoche y aquí estan.
Su intención, fundamentalmente, es contrastar el comportamiento de cada uno de ellos e intentar comprobar si se produjo alguna modificación y si se cuidaron o no los detalles en este sentido.
Como ya comentamos, el contenido de sus propuestas, puede analizarse desde la objetividad de los datos y los programas. La convicción, sin embargo, es fundamental a la hora de generar credibilidad en el espectador votante.
Ayer decidieron poner un adjetivo a cada uno de los candidatos y mostramos los elementos que les llevaban a concluirlos.
Hoy, vuelven a colocar los adjetivos, que según sus apreciaciones, más se aproximaron a sus comportamientos y puesta en escena:
Pablo Casado: “CRECIDO (rozando la soberbia)”
Pedro Sánchez: “ACOMODADO (manteniendo el tono pero algo menos de tensión)”
Albert Rivera: “DESCONCERTADO (tal vez le jugó una mala pasada el venir como posible vencedor del debate anterior)”
Pablo Iglesias: “SOSEGADO (compostura y sensatez)”
De manera evidente, sus asesores han jugado un papel importante en ambos debates.
Es muy significativo el importante cambio que se advierte en Pablo Iglesias, por ejemplo, en el que la vestimenta juega un papel fundamental. El aparecer con jersey, le permitió una apariencia más acorde al momento y le impedía remangar la camisa, circunstancia esta que incrementaba la “desgana” que transmitió en el primer debate. Al mismo tiempo, el pantalón más estrecho, le dificultó en las 2-3 ocasiones que intentó introducir la mano izquierda en el bolsillo. Asímismo, el expego en la piernas (piernas abiertas), excesivamente evidente, incrementó la impresión de seguridad. Su torso se mantuvo más erguido. Gesticuló más con sus manos y mantuvo menos tiempo el bolígrafo en la mano, a la vez que lo utilizaba, en mayor medida, para anotar.
En cuanto a Pedro Sánchez, probablemente fue al que menos modificó su comportamiento gestual. Eso sí, a pesar de resultar un debate más bronco verbalmente, mostró menos tensión y crispación. El Sanpaku mantenido en el primer debate, se dejó ver en muchos momentos, pero no era constante. Mostró ira en menos ocasiones, y su posición frente al atril, resultó algo más relajada. Eso sí, como descarga de estrés, manipulaba constantemente los papeles y tal vez abusó de la lectura. Observamos contracción en su hemicara derecha, lo que denota cansancio importante.
En referencia a Pablo Casado, claramente se mantuvo más presente. No en vano, creció hasta el punto de mostrar más señales de altivez (eje sagital de la cabeza más elevado y rictus de desdén más pronunciado y mantenido por momentos). Resultó más participativo y miraba más directamente a sus interlocutores y a la cámara. Menos rigidez frente al atril. Su escaso movimiento de cuello en la comunicación, sumado al eje sagital y el rictus de desdén, siguen transmitiendo distancia.
Tal vez Albert Rivera resultara el más perjudicado de todos, en relación al primer debate. Venía de sentirse ganador y la modificación en la estrategia del resto de debatientes, probablemente lo dejó en fuera de juego. Lo más evidente resultó, sin duda alguna, la unión sostenida en el tiempo, de ambas piernas. Así como Iglesias trasladó su mayor seguridad al anclaje al suelo, Rivera nos transmitió inestabilidad. Cuando nuestros pies se mantienen juntos, nuestro anclaje al suelo es escaso y se traduce en inestabilidad. Su gestualidad con las manos resultaba más controlada y menos espontánea, usando fundamentalmente el brazo derecho y su gestualidad en el rostro resultaba bastante más forzada y poco natural.
CONCLUSIÓN
A pesar del control y la preparación en este tipo de situaciones, la actitud interior y la gestualidad del cuerpo nos permite determinar la veracidad y la credibilidad, así como la autenticidad, de los mensajes.
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